lunes, 3 de mayo de 2010

Mis recuerdos del Tamunangue

Mis recuerdos del tamunangue

José Esteban Pérez. [Coordinador docente de los Talleres de Cultura Popular de la Fundación Bigott]

Testimonio presentado durante el 2do encuentro de La Sociedad Tamunanguera de Caracas en Enero de 2010.

Toda mi vida ha sido un permanente testimonio del tamunangue, pero si debo citar los más destacados en orden cronológico debería recordar los siguiente:

Mis inicios en el tamunangue fue en Titicare, la comunidad donde viví mi infancia. Ttiticare está ubicado al pie de la cerranía que conforma un gran ramal que se extiende, de Este a Oeste, en la parte sur de Barquisimeto Mis padres fueron tamunangueros, mis abuelos fueron tamunangueros, también los padres de mis abuelos. Esta pasión la heredamos mis tíos, mis hermanos, mis primos y yo y la hemos transmitidos a nuestros hijos y sobrinos.

Mi primer recuerdo con el tamunangue debe haber ocurrido en el vientre materno, mi madre bailando y yo percibiendo los rítmicos movimientos del ritual, durante los siete sones. Mis recuerdos me llevan a un momento cuando tenía unos seis o siete años, fui elegido por mi abuela materna para honrar una promesa de ella para el santo, bailamos la Bella, que es el primer son en Curarigüa lugar de donde es mi ascendencia familiar.

El baile de La Bella era suave, sin el frenetismo de los tiempos presentes, era el baile de las promesas, por excelencia. La mujer danzaba solemne, respetuosa, alegre pero en una actitud recogida y humilde: La vista clavada en el piso, él abriendo y cerrando sus brazos como en un revoloteo, buscándole el frente a ella y volteando eventualmente para el altar, ambos con varas delgadas y adornadas con varios nudos tejidos y flecos amanera de flor, un extremo de la vara entre sus manos el otro reposando graciosamente en sus brazos. Coplas conocidas e improvisadas, música alegre y cautivadora.

En mi comunidad, un tamunangue era una promesa de uno y compromiso de todos, no había pago de promesa sino había músicos ni bailadores, no había tamunangue sino había fe, no había fiesta sino había que beber ni comer… y para eso estaba la comunidad, el cuidador del santo durante el año se encargaba de recoger el aporte con los peones de la hacienda: cercano el día de la celebración, mandaba unos sobrecitos a cada casa donde las familias introducían su contribución, al llegar el día ya tenía suficiente para la bebida y la comida, para los fuegos artificiales, para pintar la capilla y adornar y pintar la casa de san Antonio, el lugar donde durante todo el año, se reunía la Sociedad de San Antonio y se hacía la fiesta. Los roles estaban distribuidos: Las mujeres preparaban el sancocho, armaban el altar y bailaban. Los hombres cantaban, bailaban y conducían los rituales. Los bailadores y los músicos no pertenecían a ningún conjunto en especial, ellos pertenecían a la comunidad.

Del Yiyivamos, segundo son, me viene a la mente las morisquetas de los hombres ante la aparente indiferencia de la pareja, los comentarios de la gente que decía que el que "bailara más feo" era quien mejor lo hacía, esta creencia habría la oportunidad para todos, era incluyente, todos podían participar, no existía para entonces las figuras elaboradas, el intercambio de miradas retadoras, las sonrisas pícaras y cierto contorneo en el cuerpo, que se fueron agregando más recientemente al baile…

Después de este son, generalmente, una pausa larga y oportuna para el intercambio. Los saludos, el reencuentro con amigos y familia a los cuales no veíamos, tal vez desde el último tamunangue o de varios tamunangues atrás. Era el momento del acercamiento afectuoso, el saludo caluroso. Esto ocurría lejos del altar, el cuidador del santo estaba atento que en ese momento la sala de la casa de San Antonio quedara despejada, los niños de entonces no podíamos pasar, y mucho menos jugar delante del altar, los músicos en su "descanso" aprovechaban de sonar estimulantes golpes, pero bien lejos del santo. Era indudablemente, un evento de profundo significado religioso.

Era la fiesta del pueblo, cada quien vestía a su manera, no existía uniforme, ni las actuales faldas floreadas y cotas de mangas levantadas de las mujeres, aunque entonces como ahora no se les permite bailar en pantalón, todos llevábamos un estreno, nuestras nuevas ropas que lucíamos para el santo y para la comunidad..

El llamado para volver a la faena festiva era inconfundible, alguien le daba varios golpes al tambor: tam, tam, tam,…, en torno a él iban llegando parsimoniosamente los tocadores: Vidal Pérez, Asunción Sivira,Caño León, Pablo Parra, mi abuelo materno Doming Sira, mi tío Bartolo, Ramón Oropeza. Mi padre era observador, sólo participaba en el canto de la salve, el tenía preferencia por los cantos de la noche anterior, durante el velorio, era uno de los principales promotores del velorio al santo, escribía décimas y tonos y luego los cantaba a la manera como se hace en Lara: un maestro dicta la letra y los cantadores la repiten con la melodía ya conocida…el velorio es un ritual más íntimo, más privado, el velorio es el lugar donde los maestros lucen sus nuevas letras para el santo y conducen con autoridad la ceremonia melódica, ellos se mantenían en el canto hasta bien entrada la madrugada, concluían y se iban a casa a prepararse para la misa y la fiesta del día siguiente

Se iniciaba el tercer son, la juruminga, en su forma de bailar algo parecida al yiyivamos aúnque con melodía diferente y una variante ritmica que la hace particular, alusiones a labores agrícolas,el galanteo masculino y las figuras convencionales: media vuelta, vuelta entera…

Luego la Perrendenga, del cual puedo decir que existe una gran diferencia, de lo que antes se hacía a como se hace ahora en Barquisimeto… En la actualidad es un baile tan agresivo como una pelea a garrotes, antes destacaba por su gracia y sensualidad, se mantenía el galanteo y las varas no eran sustituidas por los garrotes porque no había necesidad de chocarlas con fuerza

Seguidamente, El Poco a Poco: para nosotros, tenía dos partes: Los Calambres y El Burro Chueco La incorporación de La Guabina es más reciente… El pañuelo en la mano de una de las bailadoras identificaba a quien asumiría la parte del burro chueco. Para entonces no existía delimitación alguna entre los bailadores masculinos y sus parejas femeninas, esto se arregló así cuando El Tamunangue comenzó su recorrido por escenarios de teatro y entarimados. De tal manera que la gente se arrimaba en el espacio que hay entre los músicos y el altar, sin distingos de ninguna especie. Hombres y mujeres juntos y atentos al comienzo de la música, tampoco habían parejas fijas ni de edades específicas, todos bailaban.

Nuevamente el receso, los músicos hacían su brindis acostumbrado con la bebida favorita que llevaban guardada en sus bolsillos en discretas carteritas o en el litro que el guardador del santo colocaba en el hueco del tambor. Salían en grupo y se dirigían a la casa de Angel Parra(guardador del santo) quien les recompensaba con un suculento y reparador sancocho, allí pasaban un momento de conversas y anécdotas hasta que tomaban sus instrumentos y entonaban varios de sus golpes favoritos, otra vez volvían al tamunangue, esta vez con intención de culminar la jornada. Esta parte empezaba con la batalla.

Al concluir La Batalla, era el galerón el que ocupaba la escena, en mi comunidad los viejos le decían a este son y el siguiente( El Seis Figuriao ) baile de blancos, en mi niñez, no llegaba a entender esto de baile de negros y baile de blancos, Baile de negros fue la primera denominación que oí para el tamunangue; baile de blancos creo que se refería a la forma coreografica del baile: las parejas se tomaban de la mano como en el joropo y plenaban la sala, todos bailando a la vez haciendo diferentes figuras. El galerón y el seis trazaban una diferencia evidente con el zapateo de los demás sones cuya forma los acercaba a los ritmos de origen negroide.

Al tamunangue lo conocíamos como baile de negros, luego no se en que momento apareció este nombre(tamunangue) y se adicionó al glosario de la tradición, son muchos los vocablos que han aparecido de esta manera, por ejemplo, en la designación de los instrumentos, hay quienes en la actualidad quieren llamar al cinco: quinto y al tambor: cumaco o tamunango, estos últimos son nombres extraños que todavía no han logrado la aceptación general de la gente: Los nombres de los instrumentos de cuerda son Cuatro, Requinto, Cinco y Medio Cinco. El tambor no tiene otro nombre, sólo tambor, esto se explica porque al ser un solo instrumento no necesita diferenciarse, como en otros lugares donde existen distintos instrumentos parecidos entre si y se hace precisa la distinción.

Después venía el Seis figuriao, si el galerón era colectivo, más lo era el seis, todos querían bailar, allí sí habían figuras, eran figuras incluyentes, sencillas: rondas, "puentes" debajo de los cuales pasaban las parejas, persecuciones una bailadora danzaba en pos de su pareja, igual como se hace actualmente pero menos elaboradas. Me gustaba este son porque allí los iniciados podían bailar sin sentirse observados, sobre todo quienes no éramos buenos para el baile, era el son que hacía posible que la gente se comunicara no era preciso las destrezas y la velocidad que le imprimen hoy día, era como ver un baile en una fiesta familiar mucha gente, nada de uniformes, mucha alegría y conexión.

Mi segundo recuerdo del tamunangue; ya era un jovencito de nueve años, mi abuelo junto a varios amigos conformó un conjunto de Tamunangue, con la idea de atender las tantas solicitudes que en Barquisimeto hacían familias promeseras, mi hermano Domingo y yo fuimos invitados en varias ocasiones y viajamos con "Los Larenses", así se llamaba el grupo dirigido por Vidal Pérez, a varios lugares dentro del mismo estado.

El tamunangue de esa época, experimentó algunos cambios, ensayábamos, vestíamos ropa que comenzaba a parecerse a un uniforme, el seis figuriao y el galerón comenzaron a ser un baile para tres parejas. (No podían viajar más) debíamos limitar el grupo a cantidades manejables al momento de un viaje. Entre ensayos y presentaciones, casi siempre con familias promeseras, era lo más común, comenzamos a vivir un tamunangue por semana, allí estaba mi tío Bartolo(tamborero) mi tía Toña(bailadora), en el futuro integrarían el grupo también sus hijos(mis primos)

En 1972 me vine a Caracas, durante los primeros años mantuve poco vínculo con los tamunangueros, pero mis hermamos Domingo y Florentino me mantenían informado. Domingo se independizó de Los Larenses con una agrupación que denominó Alma de Lara, antes otros se habían separado para conformar Los Golperos de Barquisimeto, estás agrupaciones se sentían inspiradas por el éxtito de Don Pío Alvarado quien empezó a oirse por la radio, luego los golperos de El Tocuyo que impactaron de manera extraordinaria, fueron momentos muy importantes, lo que hacíamos muy tímidamente se vió fortalecido con la aparición de estas agrupaciones.

Mi tercer recuerdo sobre el tamunangue: durante los primeros años de la década de los setenta, tuve un encuentro sorprendente acá en Caracas. Sucedió en el espacio que hoy es denominado, plaza de los museos. El instituto Nacional del Folklore(Inaf ) para presentar una película sobre El Tamunangue, había traído a los hermanos Rojas de Sanare, allí los vi sobre una tarima interpretar un tamunangue que me sonó entre familiar y extraño debido a las sutiles diferencias con el tamunangue de Barquisimeto, fue mi primer encuentro con el tamunangue de Sanare, recuerdo que lo más extraño para mi fue el canto del Poco a Poco, el canto aunque parecido tenía en su melodía algo que me sonaba diferente al de Baruisimeto…

Mi cuarto recuerdo con el tamunangue fue en la Universidad Central, en la Escuela de Educación, se presentaron los hermanos Paredes con su grupo Cantos del Pueblo, ellos venían de vivir una experiencia interesante con el tamunangue tocuyano: Orlando, lester y Alexander Paredes, junto a Margarita Moralez, Jeannette Funes, Carlos y Tania Cañas, y otros tantos estaban incorporando el tamunangue a su repertorio musical y dancístico. Para entonces yo había conformado en la Escuela de Educación una agrupación con el nombre de Titicare, en homenaje a mi comunidad y nos la pasábamos cantando golpes y sones de tamunangue en los tiempos libres.

Con esta agrupación fuimos incorporando progresivamente a varios compañeros de estudio, uno de ellos, Juan Ponce, integraba una agrupación en Popatria(Grupo Cañón) a quienes entusiasmó para incorporar el tamunangue en su repertorio. El tamunangue estaba hechando raíces en Caracas. También oíamos de una agrupación en El Valle, pero no llegue a saber muchos detalles de ella en ese momento

Durante este tiempo me convertí en una especie de promotor y representante del grupo de mi hermano, Alma de Lara, fueron muchas las ocasiones en que logré presentarlos en tv, en plazas y universidades, en ocasiones alternábamos con otras agrupaciones que venían con el mismo fin, entre ellos los golperos de El Tocuyo, en una recordada concentración que fue una especie de toma a caracas, allí también estaban el Grupo Vera, Candela del Zulia, María Rodríguez, Chelías Villarroel…

Años después, viví un encuentro determinante, fue en 1990, cuando ingresé en La Fundación Bigott como Coordinador Docente, el encuentro con gente como Ismael Querales, Daniel Gil y Jesús Rondón me hizo saber que el tamunangue en Caracas, tenía más raíces de las que conocía, Ismael con Un Solo Pueblo, practicaban el tamunangue de Curarigua por la experiencia que durante varios años vivieron con don Pío Alvarado, Un sólo Pueblo celebraba un tamunangue anual en la casa del grupo, Daniel Gil tenía al grupo Cántaro, él tiene familiares tamunangueros en el Tocuyo y desde años atrás él y su esposa Elizabeth Rodríguez, también venía haciendo tamunangue en su casa, Jesús Rondón por su lado lo hacía con Grupo El Valle, esta es la agrupación de la que, años antes había tenido noticias, pero desconocía quienes suspromotores.

Mi estadía en Fundación Bigott me permitió ofrecer talleres de tamunangue, desde 1990 cada año celebramos un tamunangue para celebrar el día de San Antonio, también iniciamos talleres de canto de Velorio, conformámos la agrupación Cantauría Larense, de la cual posteriormente, surgió Sol Larense, también fundamos La Sociedad Amigos de Lara integrada por gente amante de los cantos larenses, nos reuníamos todos los viernes a cantar y compartir el disfrute por los cantos de Lara. En la actualidad, sólo se mantiienen Cantauría Larense como un taller de enseñanza del tamunangue.

De esta experiencia han derivado varias iniciativas, que se han convertido en celebraciones de tamunangue, en la actualidad se puede mencionar el tamunangue de mi tía María en km 11 del junquito, que tiene más de 15 años, en el se dan cita, no solamente los tamunangueros de Caracas, sino también amigos y familiares nuestros tamunangueros de Barquisimeto, lo cual ha resultado ser una experiencia de intercambio tamunanguero muy interesante.

Mis recuerdos más recientes de El tamunangue son, pues, el resultados de esta experiencia que se gestó en Fundación Bigott: Darío Nava y Gustavo Carrillo en Boquerón(Catia) con más de diez años, el tamunangue de Pedro Díaz, en Guatires, con menos tiempo pero cercanos a los cinco años, El tamunangue de Dora Molina, en Guatires, El tamunangue de Ana María D´Ascencao, El Tamunangue de Sol Larense.El tamunangue de Juan Echeverría, descendiente de larenses, su tamunangue lo dedica a la memoria de su padre ya fallecido.
Pero también existen otros tamunangues en Caracas derivados de otras experiencias: Alexander Paredes( quien integró Cantos del Pueblo), El tamunangue de La Trapatiesta agrupación integrada por estudiantes de la UCV, Soraya Padrón lo realiza en el 23 de Enero, Tanía Cañas quien también lo realiza en el 23 de Enero, Luis Díaz en Carapita, Irene Gil en Sta Inés.De este último ha surgido una alianza muy importante que ha dado pie a la Sociedad Tamunanguera de Caracas.

Qué significa para mí el Tamunangue

Durante toda mi vida he estado dedicado a vivir el tamunangue y ser tamunanguero, durante varias décadas he visto nacer y morir tamunangueros, lo he bailado, cantado y enseñado. Suficiente experiencia que me permite decir que el tamunangue ignifica para mi:

1.-Momento de encuentro familiar: de afianzamiento de vínculos con el entorno más querido.
2.-Lugar de intercambio en el que se estrechan lazos de coincidencias y cercanías
3.-Evocación de los antepasados: usufructo de la cultura heredada de padres, abuelos y bisabuelos
4.-hecho de complicidad y alegría compartida: es sobre todo, diversión y alegría compartida
5.-disfrute de la historia presente y construcción de la vida futura
6.-Fe y devoción en los amigos la familia y la sagrada imagen de un santo.
7.-Ruptura de la rutina, entrada a un momento milagroso en nuestras vidas

Alfredo Leal

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