martes, 25 de mayo de 2010

Murió Rafa Galindo

Nos enteramos por el website de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas de la muerte de Rafa Galindo. Extraordinario cantante venezolano que revistió el bolero con su estilo desde las filas de la Billo's Caracas Boys.

Sus temas serán siempre recordados: Noche de mar, La cita, El Ruiseñor, Un sueño, Enamórame, Caracas vieja, entre otros. LAs nuevas generaciones y las no tan viejas tuvimos la oportunidad de escucharle una vez pasados sus años de "gloria" gracias a Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas y su edición de Billo, la revista musical.

Estamos agradecidos por su legado y alegres de que se haya despedido de esta tierra con una canción entre las manos.


viernes, 14 de mayo de 2010

MariaMagda, la eterna reina del folclor


Esta es la presentación que hiciera María Magdalena Colmenares en la 4ta Reunión de la Sociedad Tamunanguera de Caracas en la sección "Mis recuerdos del tamunangue" donde personas diversas exponen su relación con esta fiesta tradicional del estado Lara. Está excelente y de seguro les gustará.

¡Ay Yiyivamos! Vínculo de sangre y tierra:pura Pasión



1. Ay Yiyivamos! Pura pasión! Vínculo de sangre y tierra, por la gracia divina
Agradezco a los amigos de la Sociedad Tamunanguera de Caracas la invitación a compartir con otros “tamunangófilos”, mi pasión por esta tradición musical y danzaria de mi pueblo natal, El Tocuyo.
Acompaño y respaldo desde la primera idea, la iniciativa de crear esta Sociedad, como red de apoyo mutuo entre los amigos del Tamunangue o tamunangueros que vivimos en Caracas. Decidimos organizarnos para que nuestro disfrute de esta tradición se proyecte a muchos y perdure, creando significados para nuevas generaciones, aunque no vivan en tierra larense.
Gracias José, por habernos abierto camino con tu testimonio personal. Hoy es apenas un compartir oral con esta audiencia muy selecta, pero nuestra aspiración es que lleguemos a reunir muy diversas historias personales sobre la significación de esta tradición, desde aquellos a los que le llegó como legado de familia y por haber nacido en pueblos de Lara, como es mi caso, como un vínculo de sangre y tierra; o aquellos que no siendo larense, por adopción, escogieron la devoción a San Antonio, los cantos de golpes y Tamunangue y propiamente el baile de los sones de Tamunangue, como recurso expresivo, como arte, como devoción o modo de vida.
Lo que hoy voy a compartir no es un tratado sociológico del Tamunangue. Soy socióloga, pero mi vinculación con esta danza está lejos de ser como investigadora de la misma, más bien, y por gracia divina, es como cultora del Tamunangue, como heredera de una tradición de familia y de mi pueblo natal. Así que no esperen una disertación acerca de los asuntos que se debaten sobre lo que es esencial o no a esta tradición. Hoy solo espero compartir con ustedes mi historia de vida muy personal con el Tamunangue: su significación a lo largo de mi ciclo de vida. ¡Pura pasión!.

2. Ay Mi padre San Antonio!. Homenaje a mi padre en su Batalla final

El Tamunangue: “Póngase Colmenares”. Un legado cultural familiar. Yo tengo fotos de muy niña con el “póngase Colmenares”. Mi papá, Crispiniano Colmenares Peraza, orgulloso de su negritud quería que todos sus hijos fuésemos alegres bailadores de Tamunangue, como él y como su padre Crispiniano Colmenares Escalona, quien enamoraba a las muchachas con su cuatro y su guitarra. Mi papá, para probar filiación, percutía la madera del corral de bebé de sus hijos y entonaba el “Juruminga no máa…” o el “Ay Yiyivamos oe vangué, arriba negra”... Si se nos iluminaban los ojos y movíamos las paticas era una demostración del sello Colmenares. Para él, una prueba más contundente de ser de la misma sangre que el mismo examen de ADN. A sus cinco hijos les hizo la prueba, pero como yo fui la primogénita, conmigo se instauró aquello de que “ponerse Colmenares” era estar alegre y moverse al son del “Baile de negros”. Ponerse “Lozada”, el apellido de mi madre, en cambio era estar seria y circunspecta. Esta combinación de seriedad y alegría me ha servido muchísimo en la vida. Otro testimonio de vida le debo a los aprendizajes que vienen de Dulce María, mi madre amada.
Sigamos con mi padre. El pertenecer a la familia Colmenares tenía muchos mandatos: ser una Colmenares era ser una buena tocuyana, en fin, una buena ciudadana y eso pasaba por apreciar y modelar:
a) El valor del trabajo. Cultivar la tierra y amar la vida del campo. De niña ser agricultora se parecía a madrugar “para coger agua clara”, chuquear palos para bajar mangos, mamones y cerezas; chupar caña dulce, montar caballo y poner lazos en los toros coleados. Unido a este gozo de la vida de campo iba el orgullo de ganarse la vida trabajando, “con el sudor de la frente, hijita”, de ser una buena estudiante, de “no dormirse en los laureles”, de no contar con los bienes materiales de la familia. Mis abuelos de padre y madre fueron agricultores, mis padres, mis hermanos y mis sobrinos también lo son. Y seguimos siendo agricultores y ganaderos activos en el municipio Morán y Torres, así como amantes de caballos y cabalgatas, por la gracia de Dios. Y la vida se nos va en ello.
b) El goce del canto y baile de la música tocuyana. Desde muy niña –y tengo recuerdos desde el kínder- me vestían de fiesta, es decir de Tamunanguera y me pintaban la boca y me adornaban con flores la melena cada vez que había algo que celebrar. Como ven, para mí el Tamunangue llegó primero como fiesta y luego como devoción. Y así ha sido, abuelos, padres, hermanos, hijos, sobrinos y nietos de mi familia bailan El Tamunangue. Este baile no se aprendía en una escuela de Tamunangue, ni en talleres, ni en la escuela primaria, se aprendió como se aprende todo lo que llega por tradición familiar, por imitación, por práctica cotidiana. Nosotros además, teníamos la suerte de ser vecinos de Don José Ángel Rodríguez López y Doña Rita Anzola de Rodríguez. Don José Ángel, era el músico de escuela más destacado del pueblo, el creador de la música y letra del himno del Tocuyo y Doña Rita y sus hijas, las artífices de la escuela de música, de Las Campanas de El Tocuyo y las organizadoras de los “actos culturales” para las grandes celebraciones del pueblo. Así que tuve la dicha de tener vivencias de la música popular y la música académica, y encontrar que una y otra no competían, sino antes bien se entreveraban para educar nuestro oído a las armonías y sonidos significantes y placenteros.
c) El orgullo de la piel morena, de hecho, mis hermanos más blancos, más “Lozada” en la piel, tenían que hacer mas piruetas para ganarse la gracia de papá, que los que fuimos bendecidos mas negritos. Sin embargo, mi abuela Magdalena, que era de piel más clara que el abuelo negro, hizo su trabajo de blanqueo con esta “negrita”. Recuerdo que me mandaban de vacaciones con la abuela y ella aprovechaba para bañarme con agua tibia y estrujarme avena con un estropajo o una tusa para aclararme el cuero. En las noches me embadurnaba con una crema de Concha de Nácar que encargaba de Colombia y Chile. Esta crema se empegostaba tanto, que en la mañana para sacarla de cara y brazos tenía que enjuagarme con el agua caliente del maíz pilao de hacer las arepas. Esto recuerdo haberlo vivido al menos en dos vacaciones porque después me resistía a las torturas del blanqueo, me daba pudor que ella me bañara y además, era completamente inútil, porque yo adoraba achicharrarme bajo el sol.
d) La fe católica. Mi infancia estuvo bendecida por la devoción a la Virgen María -en su advocación de La Valvanera (virgen vecina de los cañaverales de mi familia y del Central Tocuyo), La Inmaculada Concepción (patrona de El Tocuyo y la Divina Pastora (Madre espiritual de los larenses) - y a San Antonio (patrón del Tamunangue). De niña me encantaban los meses de mayo, junio y diciembre. El de mayo porque era el mes de la Virgen, de las Hijas de María (yo era Hija de María), de las flores, de las madres, de la Cruz de Mayo, había actos culturales en la escuela y me vestían de angelito en la iglesia, y también me pintaban la boca. El de junio me gustaba porque era el mes de San Antonio y del día del padre. Tengo recuerdos desde muy temprana edad en celebrar cada año – cada 13 de Junio - la misa a San Antonio, en la Capilla del Asilo San Antonio de las Hermanitas de Los Pobres. Celebrada con todo fervor la misa, pagadas las promesas a que hubiera lugar, bendecido el pan de San Antonio y llevado el santo en procesión a son de Batalla, estábamos listos para la festividad popular. El mes de diciembre me encantaba, por las misas de aguinaldo, las parrandas musicales de casa en casa hasta el amanecer, la fiesta familiar de preparación de las hallacas, los pesebres y los regalos del Niño Jesús. La religiosidad también se me sembró virtuosamente entreverando el rito católico oficial y la práctica popular en la que se mezcla -sin pudor ni culpa- devoción y fiesta.

3. A la bella bella. Ay be!. De niña fue entre gusto y susto y entre rito y fiesta

Efectivamente mi recuerdo de niña con el Tamunangue está lleno de emociones gratas imborrables. Yo asocio Tamunangue a un sustico en el estómago por los nervios de bailar en público y por la emoción de esperar el turno en que me llegara la vara para poder bailar. Mi papá era un apasionado defensor y cultor del Tamunangue, así como mis tíos José Rafael y Vicencio y los primos Raúl y “Chusito” Colmenares Guedez. Por supuesto, que en la camada de primos tengo varios que defienden y disfrutan el Tamunangue y los golpes tocuyanos como la más preciada herencia cultural, Aura Cecilia, Bolivia Cristina, Raulito y Chema, María del Valle e Isabel entre los más “fiebrúos”. Mis tres hermanos entran en esta categoría de super-fiebrúos, José Crispi, José Tomas y José Leonardo. Bolivia y María del Valle, además fueron coronadas Reinas del Folklore. Tamunangue a toda hora, como si fuera comía! … como dice la copla. En mi familia se organizaba un Tamunangue por cualquier motivo de celebración, para bautizos, bodas, cumpleaños y hasta para enterrar a nuestros deudos. La verdad es que el mejor recibimiento a una figura pública o visitante distinguido era invitarlo al mango de la Estrella, preparan un mondongo de ovejo y bailarle un Tamunangue con la correspondiente serenata golpera. Recuerdo haberle bailado Tamunangue a todos los Presidentes de Venezuela desde la caída de Pérez Jiménez. Sólo me faltan Ramón J. Velásquez y Chávez.
Bueno… sigamos con los recuerdos. La celebración más popular era el propio día de San Antonio, día de gran júbilo en el pueblo, era día para estrenar una faldita floreada, una camisa blanca descotada y unas alpargatas bordadas con fieltro por mi abuela Magdalena… por supuesto, día propicio para pintarse la boca. Todo el pueblo disfrutaba de la famosa vendimia en la que se organizaban kioscos con comida criolla que preparaban las voluntarias del Asilo y que vendían para financiar la atención de los ancianos. Mi mamá y mi papá tenían responsabilidades muy activas en esta vendimia y había que ayudar -porque yo era la mayor- en la preparación de las comidas y bebidas, en la venta de los tickets y en el espectáculo musical. Ese día se organizaba una gran tarima central en la que, todo el día, se bailaba Tamunangue y se cantaban golpes tocuyanos. En esa tarima yo aprendí a bailar Tamunangue, todos los sones excepto La Batalla que era derecho exclusivo de hombres. Bailaba con cualquier “parejo” o con niños de mi edad, pero mis preferidos eran mi papá y el “tuerto” Valentín Pérez -hermano de José María Pérez- el gran capitán del Tamunangue del Tocuyo. Mi primer entrenamiento formal en Tamunangue fue como delegación infantil de Tamunangue para la inauguración de la Concha Acústica en Barquisimeto. Tendría yo siete años, cuando en el garaje de mi casa, Valentín Pérez nos preparó a un grupo de tres parejitas infantiles, por primera vez, para representar el Tamunangue en un gran escenario.

4. Dime lucero. De joven fue como embajadora cultural, de feria en feria. Se selló mi compromiso con lo popular

Mi celebración de quince años no fue un viaje a Europa ni una fiesta de “presentación en sociedad” en el Country Club de Barquisimeto o en el Club Concordia de El Tocuyo, como las chicas de mi edad aspiraban. Mis quince años me encontraron en 1966, coronada como Reina del Primer Festival Folklórico del Estado Lara. Concursamos 6 jóvenes representando a nuestros respectivos municipios. Cada una cantaba, tocaba y bailaba la música popular de su localidad. Yo representé al Municipio Morán, capital El Tocuyo y competí con las candidatas de Barquisimeto, Carora, Quíbor, Siquisique y Cabudare. Mi amiga Rosario Anzola, quien representaba al municipio capital y yo, nos ganamos la preferencia del público, ella con sus valses y yo con mis golpes. Siempre digo que yo no gané, que el Festival lo ganó El Tamunangue del Tocuyo, por la fuerza de su historia y la vigencia de su significado para los pueblos de Lara. Así que mis 15 años me sorprendieron como una figura pública, que después del festival era conocida y apreciada en los pueblitos más recónditos del Estado Lara por cantar golpes y bailar Tamunangue. Fue un momento de estrellato para El Tamunangue de El Tocuyo.
Sin duda, este festival ha sido uno de los eventos que más ha marcado mi vida pública, fue como un lanzamiento a la arena de la popularidad sólo por la gracia de cantar los cantos de nuestra tradición musical larense, pero también fue un mandato de sensibilidad por el sentir de la gente humilde y sencilla, la gente del pueblo, nació una responsabilidad con ese pueblo que tanto amor me obsequiaba. Creo que ahí nació mi vocación por la Sociología. En 1966 y 1967 hice de embajadora cultural del Estado Lara, con el Grupo de Tamunangue de los Hermanos Pérez, cantando y bailando en las principales ferias de Venezuela. De estos tiempos, guardo como testimonio fílmico una película que produjo Armando Roche y Ángel María Hurtado sobre el Tamunangue de El Tocuyo, que hoy se conserva como pieza cultural en el Museo del Hombre de la Unesco y cuya copia reposa en el archivo de los Talleres de Cultura Popular de la Fundación Bigott.
Al año siguiente, me eligieron Reina del Azúcar de Venezuela (1967-68) en un concurso de hijas de cañicultores venezolanos, y represente al país en la Feria Internacional del Azúcar de la ciudad de Cali, en Colombia. De nuevo hice de embajadora cultural, ahora de mi país, y me acompañó - una vez más- el Tamunangue de José María Pérez. Así que de los 15 a los 18 años, compartí mis estudios de bachillerato con una intensa actividad musical. Anduve, con mis padres y mi Tamunangue, de feria en feria, difundiendo con amor, la muy alegre música larense.

5. Soy una cartilla abierta. Soy una lanza tiráa. De adulta se sella la conciencia y el orgullo de pertenecer y perdurar

Mis años como joven adulta (18 a 24 años) fueron de concentración en los estudios universitarios y muy poca actividad musical. Me mudé a Caracas para estudiar sociología en la Universidad Católica “Andrés Bello” y vivía como cualquier estudiante del interior, en residencias estudiantiles.
Al graduarme, me casé y regresé a trabajar en Barquisimeto -como Directora de los Servicios Estudiantiles- en la Universidad Centro Occidental “Lisandro Alvarado” (UCLA). No tenía ni un mes trabajando cuando el vigilante de esta Dirección, el muy querido Román Fonseca, se acerca a pedirme permiso para usar el garaje de la oficina para una actividad muy especial. El estaba organizando un grupo de Tamunangue con obreros y empleados de la UCLA y necesitaba lugar para los ensayos. Santo, quieres misa?. Pues aquí se encontraron el hambre y las ganas de comer. Con este grupo, en poco tiempo, ya estábamos presentándonos en los Núcleos de Rectores, Vicerrectores, Directores de Cultura y cuanto evento científico, gremial o estudiantil había en la universidad. En 1978 recibimos la invitación a presentarnos en el Festival Internacional de Teatro que realizaba el Ateneo de Caracas. En este, fuimos seleccionados como el grupo que representaría a Venezuela en el VI Festival Mundial de Artes Tradicionales, a celebrarse en Rennes, Francia, en marzo de 1979. Morella Muñoz y María Teresa Chacín habían sido hasta entonces las representantes de Venezuela en anteriores festivales, así que éramos el primer grupo musical en asumir ese reto. Viajamos con el Grupo de Tamunangue “Los Negros de San Antonio” dirigido por Román Fonseca e integrado por obreros y empleados de la UCLA. Recorrimos 19 ciudades francesas, dos belgas, dos holandesas y dos españolas. Fueron 25 días de intensísima actividad musical, en ocasiones teníamos dos presentaciones por día. Hacíamos las presentaciones en francés, inglés o español según la audiencia. Mi prima Aura Cecilia Colmenares, quien hoy les ofreció el taller de Tamunangue al estilo tocuyano, fue nuestra estrella traductora y bailadora. Después de esta importante experiencia internacional, Los Negros de San Antonio fueron muy reconocidos y la UCLA los consideraba como embajadores culturales de la universidad y del Estado Lara.
Por esta fecha, yo tenía 28 años y Daniela, mi primera hija ya había nacido, comenzaba a caminar y con ello, a dar sus primeros pasos de Tamunangue. Yo me la llevaba a los ensayos y a las presentaciones, le tenía su traje de Tamunangue y sus alpargaticas. Realmente puedo decir que aprendió a caminar y a bailar simultáneamente.
Trabajé 10 años en la UCLA (1974-1984), desde allí organizamos con el Instituto Nacional de Folklore, el Seminario sobre la vigencia de la tradición oral del Tamunangue (1980), realizamos un encuentro de capitanes de Tamunangue al que asistieron sus tres cultores más importantes, José María Pérez de El Tocuyo, León Rojas de Sanare y Candelario Oropeza de Curarigua, en demostración de la valía de la diversidad de modos como cada localidad interpretaba este baile. Quedó una memoria documental con las ponencias y discusiones de este encuentro y un video sobre el compartir musical, el que también se guarda en los talleres de la Bigott, donde mi hija Daniela, de 3 años, baila El Galerón con Orlando Colmenares, del grupo de Tamunangue de Los Hermanos Rojas, de Sanare.
San Antonio hizo lo suyo. Hoy estoy casada con Manuel Antonio Ortiz, quien es esa época era Director del Instituto Nacional del Folklore con quien organice este seminario y después -en segundas nupcias- mi vida familiar. Doy fe que no es borrachito, ni parrandero, como es la mala fama de los novios que consigue San Antonio. ¡Se casó el etnomusicólogo con la Tamunanguera; la ciencia y el jaleo juntos!
Desde 1984 vivo en Caracas y mi actividad musical en escenarios públicos ha sido más esporádica. No obstante, en todos los lugares donde he trabajado en el sector público (Ministerio de Familia) y más recientemente en un organismo internacional de desarrollo (1999-2009), el Tamunangue y los golpes tocuyanos han sido mi cédula de identidad personal, mi sello de orgullo y distinción, mi modo de alegrarle la vida a la gente.

6. ¡Ay ya ya yay si la gracia se comprara!

Hoy por hoy: es mi modo de sintonizar con la energía creativa de esta “Tierra de Gracia”, “Guaraleo” y paso el testigo de la gracia del tocuyanismo
Hoy a mis 58 años, celebro mi suerte. Bendigo la gracia de ser tocuyana, tamunanguera y de estar jubilada y jubilosa cantando golpes y Tamunangue. Es una dicha seguir cantando como cantaron mis abuelos y mis padres, y hacerlo con mis hijas, hermanos y sobrinos cada vez que un encuentro familiar nos mueve a compartir nuestros tesoros musicales. De hecho, ya el Tamunangue en nuestra familia vale no solo para momentos de alegría, sino para cuando la tristeza nos sobrecoge por la pérdida de un ser querido. Entonces, también entonamos golpes y Tamunangue para encaminar a nuestros deudos con esos cantos como oración de despedida. Así lo hicimos cuanto despedimos a mis jóvenes primos Colmenares Paredes (El Catire y Alonso), a mi tío José Rafael, el tío Fel, y a mi papá, la más reciente ganancia en el cielo de nuestra familia.
Hoy Daniela, mi hija mayor sigue acompañándome, ahora como miembro del grupo musical El Guaraleo, grupo vocal integrado por guaros que vivimos en Caracas y que se reúne semanalmente para cantar los cantos de nuestra tradición. El grupo nació sin ninguna pretensión de escenario, pero en pocos meses, hemos recibido invitaciones para “ensayar en público”. Este encuentro de guaros en La Capital ha significado mucho para todos, apreciamos altamente este espacio de recreación colectiva, de red de alegría compartida, de cruzada del buen humor, que nos sube las endorfinas y nos permite vibrar en un tono armónico, artístico, constructivo, por encima de la polaridad infructuosa que hoy agobia a esta “Tierra de Gracia”.
Los años pasan y el Tamunangue sigue vibrando y significando. Ahora más profundo por la conciencia de su valía. Esta siembra en Venezuela con mis tradiciones musicales tocuyanas fue una escuela de ciudadanía.
Qué aprendí con el Tamunangue?: un modo de vida virtuoso – y esa es su gracia- es un modo de vida que integra armónicamente:
• lo tradicional y lo moderno,
• lo humano y lo divino,
• lo académico y lo popular,
• lo familiar y lo comunitario,
• lo local y lo global.
En fin, en mi patrimonio cultural tengo la conciencia y orgullo de pertenecer a una “tierra de gracia” y a la vez, sentirme ciudadana del mundo.
Y hoy con este relato, rindo homenaje a mi padre y a mi abuelo negro.
Bueno amigos, ya el testigo está en las manos de mis hijas. Las dos cantan golpes tocuyanos y bailan Tamunangue, con pasión. El legado musical y cultural les pertenece y perdurará. Nadie les “quita lo bailao”, como dijo Lola Flores con relación a su pasión flamenca. Podemos perder unas tierras, una casa, un capital financiero, pero nunca el patrimonio cultural que está sembrado en nuestras venas y que ya se hizo savia de la humanidad. Mis hijas son orgullosas de su gentilicio larense y hacen honor a su musicalidad. Así será con mis nietos, por la gracia de Dios que es el que nos dio la gracia. Así reza “La Barquilla”, que es el golpe que más he cantado en mi vida.

Ay ya ya yay si la gracia se comprara
ay ya ya yay la gracia comprara yo
Ay ya ya yay pero la gracia la tiene
Ay ya ya yay aquel que Dios se la dio
María Magdalena Colmenares




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lunes, 10 de mayo de 2010

Si va a un velorio ¡quítese el sombrero!

El canto de velorio larense es uno de los más antiguos y sagrados rituales que guarda el acervo cultural de Lara. La estructura de los celebrantes, es sencilla: El organizador del velorio (dueño de la casa, generalmente), el Maestro de Cantauría( el oficiante del ritual) y los cantadores. El organizador convoca, prepara el altar, las bebidas y atenciones de los músicos; el maestro de cantauría es quien lleva a los músicos y los instruye sobre los cantos a realizar, aunque en el desarrollo de los cantos pueden surgir otros maestros siempre hay una figura central, también el maestro dirige el ofrecimiento y los rezos; los cantadores, siguen las instrucciones. Conocen perfectamente la melodías de los cantos que se van a llevar a cabo, es el maestro quien durante el canto les va dictando, ellos repiten la letra con la melodía que ya conocen.

No es fácil hacer de maestro o cantador. Para ello deben conocerse la gran variedad de tonos y décimas que se van a interpretar, entre los cuales:, tonos de Saludo, tonos Reflejo, tonos tórtola, tonos sencillos y dobles, tonos bañada…también las décimas tienen su tipo: dobles, sencillas, ambas en mayor y menor, lombarda… la variedad se hace más numerosa y diversa si nos trasladamos de un pueblo a otro, o de un maestro a otro, los cantos son extensos, los cantos de velorio también los hay en casi toda venezuela.

El maestro de cantauría en el momento del velorio es autoridad religiosa, infunde respeto y es apreciado como tal. Es quien eleva su voz y comienza el ritual diciendo: “¡Ave María purísima…! Es el momento de quitarse el sombrero, hacer silencio y asumir una actitud de respeto, de ahí en adelante es el quien lleva la voz.

He conocido varios maestros de Cantauria, varios de llos muertos, recientemente murió Juan Catarí(padre del famoso boxeador: Omar), su hijo Mario Catarí, Pilar Guedez, Benicio Rivero(autor de La Décima a La Cruz que siempre canto), mi querido y viejo amigo “Polo” (Hipólito), José Manuel Torrealba…, por cierto José Manuel estará el próximo viernes 14 de mayo en el velorio a la cruz en Fundación Bigott., si ud se interesa en estar allí, recuerde esto: valla con mucho respeto y cuando comience el ofrecimiento y a canto de La Salve, ¡quítese el sombrero!

José E. Pérez.
Sociedad Tamunanguera de Caracas

miércoles, 5 de mayo de 2010

Tertulia filosófica en la Tahona


Interesante la manera como van creándose cada vez más espacios para las tertulias filosóficas... La semana pasada en Cultura Chacao y ahora en La Tahona. Celebro todas estas iniciativas e invito a todos los que estamos vinculados por una u otra vía con el mundo de la filosofía a participar en algunos de estos espacios. La seña es sábado, 8 de Mayo en el Centro cimercial la Tahona. Nivel Mezanina. Sede de la Alianza francesa. Habrá buena música y buen vino. El ponente invitado será Jesús Hernáez, Director de la Escuela de Filosofía de la Universidad Católica Andrés Bello.

lunes, 3 de mayo de 2010

Los Angeles ovaciona a la Schola Cantorum de Venezuela

La gira a Los Ángeles, que se encuentra aún en curso, ha sido un éxito rotundo en cuanto a asistencia del público y de las críticas especializadas.

La gira que actualmente la Schola Cantorum de Venezuela lleva a cabo en la ciudad de Los Ángeles dentro del marco del Festival “América y los Americanos” organizado por LA Phil reviste de un gran significado para la Schola Cantorum ya que, por una parte, este año se cumple una década de aniversario de esta emblemática obra de Osvaldo Golijov, obra que ha recorrido junto con la agrupación venezolana Europa, Oceanía y América Latina y presentándose en los auditorios y salas de conciertos más importantes del mundo. Además, en esta gira ha sido presentada oficialmente la grabación en formato CD/DVD de “La Pasión” con el prestigioso sello alemán Deutsche Grammophon que acaba de ser lanzado al mercado internacional. Por otra parte, las funciones de La Cantata Criolla constituyen un encuentro histórico entre Venezuela y los Estados Unidos pues el afamado director Gustavo Dudamel dirige a la Filarmónica de Los Ángeles, una de las orquestas más prestigiosas del orbe, y a la Schola Cantorum de Venezuela, uno de los mejores coros no sólo de Latinoamérica sino también del mundo.

Los conciertos del estreno angelino de La Pasión según San Marcos los días 24 y 25 de abril y la presentación a capella en el Broad Stage el día 26 se llenaron hasta no poder y tanto el público como los expertos en la materia quedaron altamente complacidos.

La gira a Los Ángeles, que se encuentra aún en curso, ha sido un éxito rotundo en cuanto a asistencia del público y de las críticas especializadas. Los conciertos del estreno angelino de La Pasión según San Marcos los días 24 y 25 de abril y la presentación a capella en el Broad Stage del Santa Monica College Performing Arts Center el día 26 (en el que los asistentes aplaudieron de pie durante 20 minutos) se llenaron hasta no poder y tanto el público como los expertos en la materia quedaron altamente complacidos.

Mark Swed, crítico musical del periódico local The LA Times emitió comentarios muy favorables sobre La Pasión de Golijov: “Mi primera impresión, luego de dos horas – 95 minutos de la interpretación de ‘La Pasión según San Marcos’ y 25 minutos de una desenfrenada ovación por parte de un público de pie que gritaba de la emoción y aplaudía hasta que sus palmas se enrojecieron- fue que la música moderna acababa de hacer historia.”…”Durante la última década, “San Marcos” ha hecho al público bailar en los pasillos y derramar lágrimas contemplativas en Atlanta, Ámsterdam y al parecer en todas partes.”…”Diez años después de su estreno, La Pasión según San Marcos de Golijov ha evolucionado de una extraordinaria novedad a marcar la pauta para la nueva América. “
La interpretación de la Schola Cantorum de Venezuela también ha sido elogiada: “Los impresionantes intérpretes del sábado fueron importados de Caracas y se incluyó a muchos de los que participaron en el estreno en Stuttgart tales como la Schola Cantorum, que canta, se mueve y produce sonidos texturizados como nadie”, señala Swed.
Según el diario La Opinión de Los Ángeles, “La Schola Cantorum va más allá de la mera interpretación vocal, participando activamente en una puesta en escena llena de movimiento y color.”
“Uno de los grandes aciertos de Golijov ha sido dar las palabras de Jesús a varias voces, principalmente a las de dos maravillosas solistas, Biella da Costa en alto y Jessica Rivera en soprano. Pero en la puesta en escena destacan también varios elementos de la Schola y de la Orquesta, como Gioconda Cabrera, Manolo Mairena y Álex Alvear.”
Por otro lado, maestra María Guinand demostró un dominio de la batuta que ha impactado a la crítica especializada: “Guinand dirigió. Ella me impresionó en Stuttgart como la mejor directora desconocida de todo el mundo y hoy en día es aún más impresionante pero tan poco conocida, aparte de sus presentaciones de la Pasión. “
La Schola Cantorum de Venezuela es uno de los actores principales junto con la Filarmónica de Los Ángeles y Los Angeles Master Chorale, el tenor Áquiles Machado (Florentino) y el barítono Gaspar Colón (El Diablo) en las presentaciones de La Cantata Criolla, dirigida por Gustavo Dudamel los días 29 y 30 de abril, 1ero y 2 de mayo en el Walt Disney Concert Hall.

vía:
Lic. Diana Ho
Coordinadora de Comunicaciones
Fundación Schola Cantorum de Venezuela

Mis recuerdos del Tamunangue

Mis recuerdos del tamunangue

José Esteban Pérez. [Coordinador docente de los Talleres de Cultura Popular de la Fundación Bigott]

Testimonio presentado durante el 2do encuentro de La Sociedad Tamunanguera de Caracas en Enero de 2010.

Toda mi vida ha sido un permanente testimonio del tamunangue, pero si debo citar los más destacados en orden cronológico debería recordar los siguiente:

Mis inicios en el tamunangue fue en Titicare, la comunidad donde viví mi infancia. Ttiticare está ubicado al pie de la cerranía que conforma un gran ramal que se extiende, de Este a Oeste, en la parte sur de Barquisimeto Mis padres fueron tamunangueros, mis abuelos fueron tamunangueros, también los padres de mis abuelos. Esta pasión la heredamos mis tíos, mis hermanos, mis primos y yo y la hemos transmitidos a nuestros hijos y sobrinos.

Mi primer recuerdo con el tamunangue debe haber ocurrido en el vientre materno, mi madre bailando y yo percibiendo los rítmicos movimientos del ritual, durante los siete sones. Mis recuerdos me llevan a un momento cuando tenía unos seis o siete años, fui elegido por mi abuela materna para honrar una promesa de ella para el santo, bailamos la Bella, que es el primer son en Curarigüa lugar de donde es mi ascendencia familiar.

El baile de La Bella era suave, sin el frenetismo de los tiempos presentes, era el baile de las promesas, por excelencia. La mujer danzaba solemne, respetuosa, alegre pero en una actitud recogida y humilde: La vista clavada en el piso, él abriendo y cerrando sus brazos como en un revoloteo, buscándole el frente a ella y volteando eventualmente para el altar, ambos con varas delgadas y adornadas con varios nudos tejidos y flecos amanera de flor, un extremo de la vara entre sus manos el otro reposando graciosamente en sus brazos. Coplas conocidas e improvisadas, música alegre y cautivadora.

En mi comunidad, un tamunangue era una promesa de uno y compromiso de todos, no había pago de promesa sino había músicos ni bailadores, no había tamunangue sino había fe, no había fiesta sino había que beber ni comer… y para eso estaba la comunidad, el cuidador del santo durante el año se encargaba de recoger el aporte con los peones de la hacienda: cercano el día de la celebración, mandaba unos sobrecitos a cada casa donde las familias introducían su contribución, al llegar el día ya tenía suficiente para la bebida y la comida, para los fuegos artificiales, para pintar la capilla y adornar y pintar la casa de san Antonio, el lugar donde durante todo el año, se reunía la Sociedad de San Antonio y se hacía la fiesta. Los roles estaban distribuidos: Las mujeres preparaban el sancocho, armaban el altar y bailaban. Los hombres cantaban, bailaban y conducían los rituales. Los bailadores y los músicos no pertenecían a ningún conjunto en especial, ellos pertenecían a la comunidad.

Del Yiyivamos, segundo son, me viene a la mente las morisquetas de los hombres ante la aparente indiferencia de la pareja, los comentarios de la gente que decía que el que "bailara más feo" era quien mejor lo hacía, esta creencia habría la oportunidad para todos, era incluyente, todos podían participar, no existía para entonces las figuras elaboradas, el intercambio de miradas retadoras, las sonrisas pícaras y cierto contorneo en el cuerpo, que se fueron agregando más recientemente al baile…

Después de este son, generalmente, una pausa larga y oportuna para el intercambio. Los saludos, el reencuentro con amigos y familia a los cuales no veíamos, tal vez desde el último tamunangue o de varios tamunangues atrás. Era el momento del acercamiento afectuoso, el saludo caluroso. Esto ocurría lejos del altar, el cuidador del santo estaba atento que en ese momento la sala de la casa de San Antonio quedara despejada, los niños de entonces no podíamos pasar, y mucho menos jugar delante del altar, los músicos en su "descanso" aprovechaban de sonar estimulantes golpes, pero bien lejos del santo. Era indudablemente, un evento de profundo significado religioso.

Era la fiesta del pueblo, cada quien vestía a su manera, no existía uniforme, ni las actuales faldas floreadas y cotas de mangas levantadas de las mujeres, aunque entonces como ahora no se les permite bailar en pantalón, todos llevábamos un estreno, nuestras nuevas ropas que lucíamos para el santo y para la comunidad..

El llamado para volver a la faena festiva era inconfundible, alguien le daba varios golpes al tambor: tam, tam, tam,…, en torno a él iban llegando parsimoniosamente los tocadores: Vidal Pérez, Asunción Sivira,Caño León, Pablo Parra, mi abuelo materno Doming Sira, mi tío Bartolo, Ramón Oropeza. Mi padre era observador, sólo participaba en el canto de la salve, el tenía preferencia por los cantos de la noche anterior, durante el velorio, era uno de los principales promotores del velorio al santo, escribía décimas y tonos y luego los cantaba a la manera como se hace en Lara: un maestro dicta la letra y los cantadores la repiten con la melodía ya conocida…el velorio es un ritual más íntimo, más privado, el velorio es el lugar donde los maestros lucen sus nuevas letras para el santo y conducen con autoridad la ceremonia melódica, ellos se mantenían en el canto hasta bien entrada la madrugada, concluían y se iban a casa a prepararse para la misa y la fiesta del día siguiente

Se iniciaba el tercer son, la juruminga, en su forma de bailar algo parecida al yiyivamos aúnque con melodía diferente y una variante ritmica que la hace particular, alusiones a labores agrícolas,el galanteo masculino y las figuras convencionales: media vuelta, vuelta entera…

Luego la Perrendenga, del cual puedo decir que existe una gran diferencia, de lo que antes se hacía a como se hace ahora en Barquisimeto… En la actualidad es un baile tan agresivo como una pelea a garrotes, antes destacaba por su gracia y sensualidad, se mantenía el galanteo y las varas no eran sustituidas por los garrotes porque no había necesidad de chocarlas con fuerza

Seguidamente, El Poco a Poco: para nosotros, tenía dos partes: Los Calambres y El Burro Chueco La incorporación de La Guabina es más reciente… El pañuelo en la mano de una de las bailadoras identificaba a quien asumiría la parte del burro chueco. Para entonces no existía delimitación alguna entre los bailadores masculinos y sus parejas femeninas, esto se arregló así cuando El Tamunangue comenzó su recorrido por escenarios de teatro y entarimados. De tal manera que la gente se arrimaba en el espacio que hay entre los músicos y el altar, sin distingos de ninguna especie. Hombres y mujeres juntos y atentos al comienzo de la música, tampoco habían parejas fijas ni de edades específicas, todos bailaban.

Nuevamente el receso, los músicos hacían su brindis acostumbrado con la bebida favorita que llevaban guardada en sus bolsillos en discretas carteritas o en el litro que el guardador del santo colocaba en el hueco del tambor. Salían en grupo y se dirigían a la casa de Angel Parra(guardador del santo) quien les recompensaba con un suculento y reparador sancocho, allí pasaban un momento de conversas y anécdotas hasta que tomaban sus instrumentos y entonaban varios de sus golpes favoritos, otra vez volvían al tamunangue, esta vez con intención de culminar la jornada. Esta parte empezaba con la batalla.

Al concluir La Batalla, era el galerón el que ocupaba la escena, en mi comunidad los viejos le decían a este son y el siguiente( El Seis Figuriao ) baile de blancos, en mi niñez, no llegaba a entender esto de baile de negros y baile de blancos, Baile de negros fue la primera denominación que oí para el tamunangue; baile de blancos creo que se refería a la forma coreografica del baile: las parejas se tomaban de la mano como en el joropo y plenaban la sala, todos bailando a la vez haciendo diferentes figuras. El galerón y el seis trazaban una diferencia evidente con el zapateo de los demás sones cuya forma los acercaba a los ritmos de origen negroide.

Al tamunangue lo conocíamos como baile de negros, luego no se en que momento apareció este nombre(tamunangue) y se adicionó al glosario de la tradición, son muchos los vocablos que han aparecido de esta manera, por ejemplo, en la designación de los instrumentos, hay quienes en la actualidad quieren llamar al cinco: quinto y al tambor: cumaco o tamunango, estos últimos son nombres extraños que todavía no han logrado la aceptación general de la gente: Los nombres de los instrumentos de cuerda son Cuatro, Requinto, Cinco y Medio Cinco. El tambor no tiene otro nombre, sólo tambor, esto se explica porque al ser un solo instrumento no necesita diferenciarse, como en otros lugares donde existen distintos instrumentos parecidos entre si y se hace precisa la distinción.

Después venía el Seis figuriao, si el galerón era colectivo, más lo era el seis, todos querían bailar, allí sí habían figuras, eran figuras incluyentes, sencillas: rondas, "puentes" debajo de los cuales pasaban las parejas, persecuciones una bailadora danzaba en pos de su pareja, igual como se hace actualmente pero menos elaboradas. Me gustaba este son porque allí los iniciados podían bailar sin sentirse observados, sobre todo quienes no éramos buenos para el baile, era el son que hacía posible que la gente se comunicara no era preciso las destrezas y la velocidad que le imprimen hoy día, era como ver un baile en una fiesta familiar mucha gente, nada de uniformes, mucha alegría y conexión.

Mi segundo recuerdo del tamunangue; ya era un jovencito de nueve años, mi abuelo junto a varios amigos conformó un conjunto de Tamunangue, con la idea de atender las tantas solicitudes que en Barquisimeto hacían familias promeseras, mi hermano Domingo y yo fuimos invitados en varias ocasiones y viajamos con "Los Larenses", así se llamaba el grupo dirigido por Vidal Pérez, a varios lugares dentro del mismo estado.

El tamunangue de esa época, experimentó algunos cambios, ensayábamos, vestíamos ropa que comenzaba a parecerse a un uniforme, el seis figuriao y el galerón comenzaron a ser un baile para tres parejas. (No podían viajar más) debíamos limitar el grupo a cantidades manejables al momento de un viaje. Entre ensayos y presentaciones, casi siempre con familias promeseras, era lo más común, comenzamos a vivir un tamunangue por semana, allí estaba mi tío Bartolo(tamborero) mi tía Toña(bailadora), en el futuro integrarían el grupo también sus hijos(mis primos)

En 1972 me vine a Caracas, durante los primeros años mantuve poco vínculo con los tamunangueros, pero mis hermamos Domingo y Florentino me mantenían informado. Domingo se independizó de Los Larenses con una agrupación que denominó Alma de Lara, antes otros se habían separado para conformar Los Golperos de Barquisimeto, estás agrupaciones se sentían inspiradas por el éxtito de Don Pío Alvarado quien empezó a oirse por la radio, luego los golperos de El Tocuyo que impactaron de manera extraordinaria, fueron momentos muy importantes, lo que hacíamos muy tímidamente se vió fortalecido con la aparición de estas agrupaciones.

Mi tercer recuerdo sobre el tamunangue: durante los primeros años de la década de los setenta, tuve un encuentro sorprendente acá en Caracas. Sucedió en el espacio que hoy es denominado, plaza de los museos. El instituto Nacional del Folklore(Inaf ) para presentar una película sobre El Tamunangue, había traído a los hermanos Rojas de Sanare, allí los vi sobre una tarima interpretar un tamunangue que me sonó entre familiar y extraño debido a las sutiles diferencias con el tamunangue de Barquisimeto, fue mi primer encuentro con el tamunangue de Sanare, recuerdo que lo más extraño para mi fue el canto del Poco a Poco, el canto aunque parecido tenía en su melodía algo que me sonaba diferente al de Baruisimeto…

Mi cuarto recuerdo con el tamunangue fue en la Universidad Central, en la Escuela de Educación, se presentaron los hermanos Paredes con su grupo Cantos del Pueblo, ellos venían de vivir una experiencia interesante con el tamunangue tocuyano: Orlando, lester y Alexander Paredes, junto a Margarita Moralez, Jeannette Funes, Carlos y Tania Cañas, y otros tantos estaban incorporando el tamunangue a su repertorio musical y dancístico. Para entonces yo había conformado en la Escuela de Educación una agrupación con el nombre de Titicare, en homenaje a mi comunidad y nos la pasábamos cantando golpes y sones de tamunangue en los tiempos libres.

Con esta agrupación fuimos incorporando progresivamente a varios compañeros de estudio, uno de ellos, Juan Ponce, integraba una agrupación en Popatria(Grupo Cañón) a quienes entusiasmó para incorporar el tamunangue en su repertorio. El tamunangue estaba hechando raíces en Caracas. También oíamos de una agrupación en El Valle, pero no llegue a saber muchos detalles de ella en ese momento

Durante este tiempo me convertí en una especie de promotor y representante del grupo de mi hermano, Alma de Lara, fueron muchas las ocasiones en que logré presentarlos en tv, en plazas y universidades, en ocasiones alternábamos con otras agrupaciones que venían con el mismo fin, entre ellos los golperos de El Tocuyo, en una recordada concentración que fue una especie de toma a caracas, allí también estaban el Grupo Vera, Candela del Zulia, María Rodríguez, Chelías Villarroel…

Años después, viví un encuentro determinante, fue en 1990, cuando ingresé en La Fundación Bigott como Coordinador Docente, el encuentro con gente como Ismael Querales, Daniel Gil y Jesús Rondón me hizo saber que el tamunangue en Caracas, tenía más raíces de las que conocía, Ismael con Un Solo Pueblo, practicaban el tamunangue de Curarigua por la experiencia que durante varios años vivieron con don Pío Alvarado, Un sólo Pueblo celebraba un tamunangue anual en la casa del grupo, Daniel Gil tenía al grupo Cántaro, él tiene familiares tamunangueros en el Tocuyo y desde años atrás él y su esposa Elizabeth Rodríguez, también venía haciendo tamunangue en su casa, Jesús Rondón por su lado lo hacía con Grupo El Valle, esta es la agrupación de la que, años antes había tenido noticias, pero desconocía quienes suspromotores.

Mi estadía en Fundación Bigott me permitió ofrecer talleres de tamunangue, desde 1990 cada año celebramos un tamunangue para celebrar el día de San Antonio, también iniciamos talleres de canto de Velorio, conformámos la agrupación Cantauría Larense, de la cual posteriormente, surgió Sol Larense, también fundamos La Sociedad Amigos de Lara integrada por gente amante de los cantos larenses, nos reuníamos todos los viernes a cantar y compartir el disfrute por los cantos de Lara. En la actualidad, sólo se mantiienen Cantauría Larense como un taller de enseñanza del tamunangue.

De esta experiencia han derivado varias iniciativas, que se han convertido en celebraciones de tamunangue, en la actualidad se puede mencionar el tamunangue de mi tía María en km 11 del junquito, que tiene más de 15 años, en el se dan cita, no solamente los tamunangueros de Caracas, sino también amigos y familiares nuestros tamunangueros de Barquisimeto, lo cual ha resultado ser una experiencia de intercambio tamunanguero muy interesante.

Mis recuerdos más recientes de El tamunangue son, pues, el resultados de esta experiencia que se gestó en Fundación Bigott: Darío Nava y Gustavo Carrillo en Boquerón(Catia) con más de diez años, el tamunangue de Pedro Díaz, en Guatires, con menos tiempo pero cercanos a los cinco años, El tamunangue de Dora Molina, en Guatires, El tamunangue de Ana María D´Ascencao, El Tamunangue de Sol Larense.El tamunangue de Juan Echeverría, descendiente de larenses, su tamunangue lo dedica a la memoria de su padre ya fallecido.
Pero también existen otros tamunangues en Caracas derivados de otras experiencias: Alexander Paredes( quien integró Cantos del Pueblo), El tamunangue de La Trapatiesta agrupación integrada por estudiantes de la UCV, Soraya Padrón lo realiza en el 23 de Enero, Tanía Cañas quien también lo realiza en el 23 de Enero, Luis Díaz en Carapita, Irene Gil en Sta Inés.De este último ha surgido una alianza muy importante que ha dado pie a la Sociedad Tamunanguera de Caracas.

Qué significa para mí el Tamunangue

Durante toda mi vida he estado dedicado a vivir el tamunangue y ser tamunanguero, durante varias décadas he visto nacer y morir tamunangueros, lo he bailado, cantado y enseñado. Suficiente experiencia que me permite decir que el tamunangue ignifica para mi:

1.-Momento de encuentro familiar: de afianzamiento de vínculos con el entorno más querido.
2.-Lugar de intercambio en el que se estrechan lazos de coincidencias y cercanías
3.-Evocación de los antepasados: usufructo de la cultura heredada de padres, abuelos y bisabuelos
4.-hecho de complicidad y alegría compartida: es sobre todo, diversión y alegría compartida
5.-disfrute de la historia presente y construcción de la vida futura
6.-Fe y devoción en los amigos la familia y la sagrada imagen de un santo.
7.-Ruptura de la rutina, entrada a un momento milagroso en nuestras vidas

 

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