miércoles, 25 de marzo de 2009

Una escuelita en Guarico

Por diversos motivos he vivido mi vida entre lo rural y lo urbano. De ambos mundos aprendí y disfruté mucho. Lo rural tiene siempre su encanto, estar en contacto con la naturaleza de una forma tan raigal imprime en las personas un aire de misticismo, de aprecio y valoración por cierta sobriedad y austeridad. La ciudad te hace experimentar -y a veces padecer- de manera total la segunda piel que nos hemos construido para nuestro bien y nuestro confort, como las artes, las ciencias, el deporte, pero también la indiferencia y la miseria.

En todos estos caminos siempre he sido fundamentalmente un citadino con apego al "monte", apego que me llevó a respetar la cultura de cada pueblito o caserío en los que me tocó estar. Así terminé arrastrado por rios, picado por insectos extraños, bajo los terribles efectos del chimó o alguna bebida espirituosa, con el estomago retorcido por alguna comida "típica" o sencillamente haciendo el ridículo mientras trataba de bailar algúna música típica. Pero total, siempre lo disfrute y creo que lo sigo disfrutando.

Tengo una amiga maestra que le ha tocado vivir similar experiencia en las montañas cafetaleras de Guarico en el Estado Lara (ojo que no es el estado Guárico). A unas pocas horas de Barquisimeto se encuentra esta zona netamente campesina en la que funciona una escuela de Fe y alegría donde se ha dado una bonita relación de respeto y valoración del mundo rural. La idea de que la escuela funcione en estrecha relación con las cosechas de Café y las jornadas de trabajo ya es una idea super especial que evidencia varias cosas. La primera, algo que para muchas de las personas de la ciudad es inconcebible, el trabajo infantil. Y es que en el mundo rural el trabajo es un valor, además de una actividad familiar. Un padre se siente orgulloso, primeramente, si su hijo es trabajador. Eso habla bien de la familia toda y promete un buen futuro para ella. La segunda, que la educación que allí se imparte respeta los valores de la zona y se adecua a ella. Lo que la hace ser fundamentalmente una educación verdadera.

Me gusta ese modelo de escuela campesina si es para campesinos, y escuelas citadinas si es para citadinos, manteniendo, claro los mínimos que te brinden la muy mencionada igualdad de oportunidades dentro de la sociedad. De estos sabrán más los educadores...

Mucho de lo que somos como cultura nació rural y nació citadino, fue indio, español y negro, así que valorar lo que somos independientemente de dónde estamos es hacerle un cariñito a nuestra maltratada cultura prima. Mis respetos a las citadinas-campesinas que trabajan en esta noble labor.

Aquí un micro sobre la escuela campesina...

Alfredo Leal

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore magna aliqua. Ut enim ad minim veniam, quis nostrud exercitation.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Copyright @ 2013 Cultura Prima.