La respuesta obviamente no es sencilla, pero trataré de plantear dos ideas al respecto.
El modus vivendi
¿Quién eres cuándo no estás peleando por sobrevivir? ¿quién eres cuando la furia cede? Cuando te pasas la vida luchando por conseguir lo necesario para la subsistencia se hace cuesta arriba poner a producir tu ocio, tus gustos, capacidades e intereses. Te conviertes en una especie de tú en "modo supervivencia", una manera zombi de ser tú que no recoge todo lo que eres, pues algo se va quedando en el camino: tu libertad.
Se genera sí, una cultura "por defecto", un modo de ser resultado de las condiciones que se imponen. Podrás caminar por las calles, comer, etc. pero en estado de putrefacción y con un apetito insaciable por la carne humana. La cuestión fundamental es que tú eres producto de tu entorno, chévere si puedes decidirlo, no tanto si no puedes incidir en él. En términos sociales parece difícil reconocernos en esos modos de ser que son producto de la libertad, sencillamente porque no podemos vivir desde allí, al menos no completamente. Algo de lo que somos ya no es. ¿Qué nos divierte? ¿qué lugares frecuentamos? ¿qué cosas preferimos y cuáles rechazamos? ¿qué música podemos hacer? ¿cuáles son nuestros hábitos de consumo cuando no estamos bajo presiones externas como la inseguridad, el hambre, el desempleo, las colas, la carestía, etc? Nuestros hábitos nos definen, pero por ahora los hemos modificado dramáticamente por causa de la crisis. Los hashtags de nuestra cultura contemporánea: Chávez, petroleo, mises, arepa y beisbol han cambiado bien en su cualiad, bien en su intensidad.
El nuevo mercado
Pero por otro lado, la crisis ha generado un gran éxodo humano que tiene como consecuencia lógica la demanda de productos culturales venezolanos en países donde tal demanda no existía, logrando así la internacionalización de distintas expresiones artísticas y un proceso de intercambio, reconfiguración y visibilización. Aparece la sucursal del mercado cultural venezolano en el extranjero. La cultura encuentra nuevos espacios para desarrollarse, nuevas formas de expresión. Es una etapa que apenas comienza y que no sabemos que derroteros tomará, ya sea por un virtual regreso de muchos a sus sitios de origen -mermando su capacidad de incidir sobre la oferta- o por el tipo de relación que éstos tengan con los productos culturales hechos en tierra venezolana. Recordemos que quien se va, se lleva una fotografía del momento cultural de su país y puede que la conserve como los rasgos más característicos de la misma sin permitirse cambios en el tiempo, pero también puede actualizar ese registro a través del uso de nuevas tecnologías.
Aún es muy temprano para decir que hemos construido una identidad como migrantes y más para anticipar cómo variará ésta según las distintas latitudes, pero sí podemos afirmar, que con la crisis no somos los mismos, hemos cambiado por dentro. Ojalá no perdamos la memoria de lo que hemos sido y aprendamos de esta dura crisis a reconocernos como productos de nuestra propia libertad.
martes, 14 de junio de 2016
martes, 26 de enero de 2016
10:23:00
Desafíos de la sociedad Venezolana en cuanto al Fomento de la Creación Artística Poniendo la mirada sobre los artistas y los espacios culturales
Alfredo Leal
espacios culturales, políticas culturales, Seminario Nacional de Gestión y Políticas Culturales
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Alfredo Leal 21 de Septiembre de 2012
La teología latinoamericana tradicionalmente privilegió el método “ver, juzgar y actuar” para dar cuenta de la realidad y orientar la conducta al respecto. Sin intenciones de hacer teología ni nada que se le parezca, pero aprovechando la metodología dada la brevedad del tiempo, les propongo que “veamos” algunos aspectos de nuestra realidad artístico-cultural, “juzguemos”, es decir, hagamos crítica de lo que vemos; para emprender así, o al menos esbozar, un posible “actuar”, una ruta de acción. Desde ya quiero ser claro: El tiempo disponible para esta presentación me obliga a quedarme corto, pero no por ello dejaré de presentar algunas ideas que me resultan importantes de cara al fomento de la creación en dos aspectos fundamentales: Los creadores y los espacios de la creación.
Hagamos el ejercicio de ver. ¿Qué es lo que vemos a nuestro alrededor? (sin tener la pretensión de abarcar todo) Pues yo diría en cuanto a los espacios: 1. La cultura del “no tocar” ha sucumbido ante la cultura del “acontecimiento”, de la experiencia. A saber, el viejo esquema de Museos y Galerías donde “se podía dañar algo” –y por ello estaba prohibido tocar- cedió su paso a los Centros Culturales, donde el público va en busca de una experiencia multisensorial. Así puede hallar en un mismo espacio teatro, danza, música, cine, fotografía, recreación, participar de un taller, de un baile, etc. Los nuevos espacios para la cultura son “lugares para estar”. 2. Se ha privilegiado la calle como espacio de la creación, promoción y divulgación sobre las Galerías, Museos e incluso los Centros Culturales. Notorio es la gran cantidad de eventos en el Parque los Caobos, el Bulevar de Sabana Grande, Los Próceres, o experiencias como por el medio de la calle, y hasta los maratones, por solo citar algunos ejemplos. 3. Las universidades han asumido el rol de Centros de Convenciones. A falta de espacios adecuados en la ciudad, de problemas presupuestarios de las Universidades así como la afectación de la seguridad pública las universidades están albergando desde ferias gastronómicas hasta megaconciertos. Notorios son los Casos de la UNIMET, UCV, USB, etc. 4. La nueva y escasa infraestructura cultural promovida por el estado no pareciera responder a un criterio o política particular. Así nos encontramos que entre las pocas edificaciones culturales en la ciudad de Caracas lo que resalta es un Mausoleo inconcluso. Punto de distancia merece el Centro de Acción Social por la Música, el remozamiento de bulevares y reacondicionamiento de Teatros que estuvieron en el abandono. Actividad que se ha limitado solo a la ciudad de Caracas. 5. Los espacios se han polarizado: incluso para un ojo no muy experto es fácil notar que hay diferencias notables entre el circuito de los museos de Bellas Artes, Galería de Arte Nacional y el Teatro Teresa Carreño frente al Circuito del Teatro de Chacao, Centro Cultural Trasnocho, etc…
Veamos ahora parte de lo que pasa con los artistas, los creadores. 1. Se han multiplicado los colectivos, redes, grupos de trabajo, asociaciones, etc. que han encontrado una fuerza en grupo que como individuos no tenían 2. Siguen trabajando bajo el esquema del “proyecto”. Es decir, hay una institución que debe repartir unos recursos, los artistas presentan sus proyectos y ésta según sus criterios distribuye los mismos. 3. Los cultores populares en general manifiestan tener más presencia y reconocimiento en los circuitos oficiales de la cultura. Siempre bajo la lógica de la difusión. 4. Las formas artísticas como el teatro, el cine, la música y el stand up han tenido un florecimiento especial tanto en espacios convencionales como en los no convencionales. Teatros en Centros Comerciales, Música Tradicional Contemporánea en Bares de tendencias no alternativas, etc. 5. Siguen pendientes temas cruciales como los mecanismos de previsión social, el cálculo de los “salarios”, la profesionalización, etc.
El salario de los artistas es un tema importante, en no pocos casos los artistas cobran lo que el espacio cultural dispone pagar sin distingo de ningún tipo. La consolidación de un gremio pareciera ser una necesidad. Visto lo visto y sin ánimo de haber agotado las posibilidades de esta discusión pasemos al segundo momento propuesto: juzgar. Podríamos decir que los espacios culturales funcionan bajo la lógica de la “oferta cultural”, pero no del “atelier”, que sería por excelencia el espacio de la creación, la investigación. Al escenario, como el espacio de la exposición, se le debe sumar el taller. El espacio de la creación. El florecimiento de las actividades de calle evidencia una tendencia marcada a la promoción cultural como “actividad artístico-cultural”. Es la cultura de la promoción de acontecimientos, no de artistas, ni procesos interconectados y orientados por unas políticas en función de objetivos. Se contrata una acción cultural determinada, se muestra, se paga y se acaba. Por otro lado, el lugar de la Cultura, el espacio, se ha vuelto difuso. Los auditorios son salas de concierto, los bares son teatros, la calle es el escenario, la escuela es la sede del grupo o compañía, la Universidad es el centro de convenciones, etc…
Del lado del los artistas, me atrevería a afirmar que hay una organización y comunicación mucho más eficiente, primero porque se da de manera horizontal entre colectivos y pequeñas asociaciones de artistas. Desvinculada en buena medida de la institucionalidad. Estos grupos además han ganado niveles importantes de cualificación por lo que muestran un virtuosismo novedoso. También el alcance de las nuevas tecnologías y sus posibilidades casi infinitas han contribuido en ello. El tema de la identidad – y en este punto quiero hacer un énfasis porque creo que nos jugamos mucho como país- se incorporó en el acontecer artístico nacional. El movimiento musical que se generó alrededor del neofolclor y que devino en la explosión de sonidos propios, nuestros; creció junto al resurgimiento del teatro, el cine y al nacimiento del stand up como una forma de recuperar la palabra (¿palabra perdida me pregunto yo?), de encontrar nuevas palabras, de expresar ideas, de encontrar nuevas identidades. Los artistas, han sabido recuperar el sentido profundo de la palabra, que no es otra cosa que el encuentro; han sabido reconstituir esa identidad vilipendiada desde las instituciones del Estado. El público ha encontrado en ellos un refugio, un acceso a la palabra, al sentido; una certidumbre sobre su identidad, identidad puesta en duda sistemáticamente a través del aparato gubernamental, pero que no por ello flaquea.
El desprestigio de la palabra cultivado sistemáticamente durante la era revolucionaria, la puesta en duda de la condición de nacionales de buena parte de la población venezolana pareciera haber decantado en estas formas artísticas de amplia aceptación, donde la palabra misma recobra su verdadero significado y valor donde el público puede verse reflejado en un “nosotros” en un común denominador. No sorprende pues que las expresiones artísticas con mayor florecimiento sean las que tienen en su centro a la palabra. Es una fortuna que una sociedad como la venezolana pueda procesar a través de la creación artística los constantes ataques –en cadena radio y televisión- a la identidad nacional así como recuperar la fe en la palabra que se desvanece entre insultos y agresiones.
Pasemos ahora al Actuar: Aquí la cosa es más difícil, porque no hay recetas, pero ciertamente poniendo atención en la realidad se podrá comenzar a ensayar nuevos caminos. 1. Si las formas artísticas que privilegian la palabra son las que han tenido más auge en los últimos años no es de sorprender que ese movimiento, que es todavía seminal, crezca y se multiplique. Que haya presupuestos justos y con intención, reales vinculaciones (y con esto me refiero a productivas) entre artistas y centros culturales. Que la cultura sea entendida como catalizador de procesos sociales y no como instrumento de ideologización, puede ayudar a potenciar los resultados reales. Si no hubiera tantas complicaciones económicas y de acceso a materias primas, no dudaría en sostener que el próximo boom es el del libro. Pero por ahora seguirá en estado de latencia. 2. Es necesario potenciar circuitos culturales tanto públicos como privados. Los circuitos privados son afluentes que llevan de manera natural y no programada (y a esto me refiero a que esté fuera de la instrumentación política) propuestas que se vuelvan proyectos de identidad en zonas específicas. Piensen por ejemplo porqué en algunas zonas son “futbolísticas” o “musicales” por excelencia… No todo se puede programar. Sencillamente hay que permitir que los sujetos se encuentren, descubran intereses y formas de llevarlos a buen término. 3. Para ello es necesaria la descentralización y la desburocratización. Los afanes centralistas son perjudiciales para el sector cultural. Solo los gobiernos locales tienen la capacidad de alterar la cotidianidad de los individuos de una sociedad. 4. Y por último es urgente entender que el artista, el gestor, el cultor, etc. gestiona la pluralidad y por lo tanto está más llamado que nunca a ser garantes de la diversidad. Esto es no sucumbir ante la polarización. No propiciar lógicas excluyentes, etc. El desafío de la actualidad será el de tender puentes y entendernos como diversos en nuestra cotidianidad.
La teología latinoamericana tradicionalmente privilegió el método “ver, juzgar y actuar” para dar cuenta de la realidad y orientar la conducta al respecto. Sin intenciones de hacer teología ni nada que se le parezca, pero aprovechando la metodología dada la brevedad del tiempo, les propongo que “veamos” algunos aspectos de nuestra realidad artístico-cultural, “juzguemos”, es decir, hagamos crítica de lo que vemos; para emprender así, o al menos esbozar, un posible “actuar”, una ruta de acción. Desde ya quiero ser claro: El tiempo disponible para esta presentación me obliga a quedarme corto, pero no por ello dejaré de presentar algunas ideas que me resultan importantes de cara al fomento de la creación en dos aspectos fundamentales: Los creadores y los espacios de la creación.
Hagamos el ejercicio de ver. ¿Qué es lo que vemos a nuestro alrededor? (sin tener la pretensión de abarcar todo) Pues yo diría en cuanto a los espacios: 1. La cultura del “no tocar” ha sucumbido ante la cultura del “acontecimiento”, de la experiencia. A saber, el viejo esquema de Museos y Galerías donde “se podía dañar algo” –y por ello estaba prohibido tocar- cedió su paso a los Centros Culturales, donde el público va en busca de una experiencia multisensorial. Así puede hallar en un mismo espacio teatro, danza, música, cine, fotografía, recreación, participar de un taller, de un baile, etc. Los nuevos espacios para la cultura son “lugares para estar”. 2. Se ha privilegiado la calle como espacio de la creación, promoción y divulgación sobre las Galerías, Museos e incluso los Centros Culturales. Notorio es la gran cantidad de eventos en el Parque los Caobos, el Bulevar de Sabana Grande, Los Próceres, o experiencias como por el medio de la calle, y hasta los maratones, por solo citar algunos ejemplos. 3. Las universidades han asumido el rol de Centros de Convenciones. A falta de espacios adecuados en la ciudad, de problemas presupuestarios de las Universidades así como la afectación de la seguridad pública las universidades están albergando desde ferias gastronómicas hasta megaconciertos. Notorios son los Casos de la UNIMET, UCV, USB, etc. 4. La nueva y escasa infraestructura cultural promovida por el estado no pareciera responder a un criterio o política particular. Así nos encontramos que entre las pocas edificaciones culturales en la ciudad de Caracas lo que resalta es un Mausoleo inconcluso. Punto de distancia merece el Centro de Acción Social por la Música, el remozamiento de bulevares y reacondicionamiento de Teatros que estuvieron en el abandono. Actividad que se ha limitado solo a la ciudad de Caracas. 5. Los espacios se han polarizado: incluso para un ojo no muy experto es fácil notar que hay diferencias notables entre el circuito de los museos de Bellas Artes, Galería de Arte Nacional y el Teatro Teresa Carreño frente al Circuito del Teatro de Chacao, Centro Cultural Trasnocho, etc…
Veamos ahora parte de lo que pasa con los artistas, los creadores. 1. Se han multiplicado los colectivos, redes, grupos de trabajo, asociaciones, etc. que han encontrado una fuerza en grupo que como individuos no tenían 2. Siguen trabajando bajo el esquema del “proyecto”. Es decir, hay una institución que debe repartir unos recursos, los artistas presentan sus proyectos y ésta según sus criterios distribuye los mismos. 3. Los cultores populares en general manifiestan tener más presencia y reconocimiento en los circuitos oficiales de la cultura. Siempre bajo la lógica de la difusión. 4. Las formas artísticas como el teatro, el cine, la música y el stand up han tenido un florecimiento especial tanto en espacios convencionales como en los no convencionales. Teatros en Centros Comerciales, Música Tradicional Contemporánea en Bares de tendencias no alternativas, etc. 5. Siguen pendientes temas cruciales como los mecanismos de previsión social, el cálculo de los “salarios”, la profesionalización, etc.
El salario de los artistas es un tema importante, en no pocos casos los artistas cobran lo que el espacio cultural dispone pagar sin distingo de ningún tipo. La consolidación de un gremio pareciera ser una necesidad. Visto lo visto y sin ánimo de haber agotado las posibilidades de esta discusión pasemos al segundo momento propuesto: juzgar. Podríamos decir que los espacios culturales funcionan bajo la lógica de la “oferta cultural”, pero no del “atelier”, que sería por excelencia el espacio de la creación, la investigación. Al escenario, como el espacio de la exposición, se le debe sumar el taller. El espacio de la creación. El florecimiento de las actividades de calle evidencia una tendencia marcada a la promoción cultural como “actividad artístico-cultural”. Es la cultura de la promoción de acontecimientos, no de artistas, ni procesos interconectados y orientados por unas políticas en función de objetivos. Se contrata una acción cultural determinada, se muestra, se paga y se acaba. Por otro lado, el lugar de la Cultura, el espacio, se ha vuelto difuso. Los auditorios son salas de concierto, los bares son teatros, la calle es el escenario, la escuela es la sede del grupo o compañía, la Universidad es el centro de convenciones, etc…
Del lado del los artistas, me atrevería a afirmar que hay una organización y comunicación mucho más eficiente, primero porque se da de manera horizontal entre colectivos y pequeñas asociaciones de artistas. Desvinculada en buena medida de la institucionalidad. Estos grupos además han ganado niveles importantes de cualificación por lo que muestran un virtuosismo novedoso. También el alcance de las nuevas tecnologías y sus posibilidades casi infinitas han contribuido en ello. El tema de la identidad – y en este punto quiero hacer un énfasis porque creo que nos jugamos mucho como país- se incorporó en el acontecer artístico nacional. El movimiento musical que se generó alrededor del neofolclor y que devino en la explosión de sonidos propios, nuestros; creció junto al resurgimiento del teatro, el cine y al nacimiento del stand up como una forma de recuperar la palabra (¿palabra perdida me pregunto yo?), de encontrar nuevas palabras, de expresar ideas, de encontrar nuevas identidades. Los artistas, han sabido recuperar el sentido profundo de la palabra, que no es otra cosa que el encuentro; han sabido reconstituir esa identidad vilipendiada desde las instituciones del Estado. El público ha encontrado en ellos un refugio, un acceso a la palabra, al sentido; una certidumbre sobre su identidad, identidad puesta en duda sistemáticamente a través del aparato gubernamental, pero que no por ello flaquea.
El desprestigio de la palabra cultivado sistemáticamente durante la era revolucionaria, la puesta en duda de la condición de nacionales de buena parte de la población venezolana pareciera haber decantado en estas formas artísticas de amplia aceptación, donde la palabra misma recobra su verdadero significado y valor donde el público puede verse reflejado en un “nosotros” en un común denominador. No sorprende pues que las expresiones artísticas con mayor florecimiento sean las que tienen en su centro a la palabra. Es una fortuna que una sociedad como la venezolana pueda procesar a través de la creación artística los constantes ataques –en cadena radio y televisión- a la identidad nacional así como recuperar la fe en la palabra que se desvanece entre insultos y agresiones.
Pasemos ahora al Actuar: Aquí la cosa es más difícil, porque no hay recetas, pero ciertamente poniendo atención en la realidad se podrá comenzar a ensayar nuevos caminos. 1. Si las formas artísticas que privilegian la palabra son las que han tenido más auge en los últimos años no es de sorprender que ese movimiento, que es todavía seminal, crezca y se multiplique. Que haya presupuestos justos y con intención, reales vinculaciones (y con esto me refiero a productivas) entre artistas y centros culturales. Que la cultura sea entendida como catalizador de procesos sociales y no como instrumento de ideologización, puede ayudar a potenciar los resultados reales. Si no hubiera tantas complicaciones económicas y de acceso a materias primas, no dudaría en sostener que el próximo boom es el del libro. Pero por ahora seguirá en estado de latencia. 2. Es necesario potenciar circuitos culturales tanto públicos como privados. Los circuitos privados son afluentes que llevan de manera natural y no programada (y a esto me refiero a que esté fuera de la instrumentación política) propuestas que se vuelvan proyectos de identidad en zonas específicas. Piensen por ejemplo porqué en algunas zonas son “futbolísticas” o “musicales” por excelencia… No todo se puede programar. Sencillamente hay que permitir que los sujetos se encuentren, descubran intereses y formas de llevarlos a buen término. 3. Para ello es necesaria la descentralización y la desburocratización. Los afanes centralistas son perjudiciales para el sector cultural. Solo los gobiernos locales tienen la capacidad de alterar la cotidianidad de los individuos de una sociedad. 4. Y por último es urgente entender que el artista, el gestor, el cultor, etc. gestiona la pluralidad y por lo tanto está más llamado que nunca a ser garantes de la diversidad. Esto es no sucumbir ante la polarización. No propiciar lógicas excluyentes, etc. El desafío de la actualidad será el de tender puentes y entendernos como diversos en nuestra cotidianidad.
lunes, 25 de enero de 2016
11:53:00
¿Cuál economía cultural? por Carlos Guzmán Cárdenas
Este sábado, 23 de Enero 2016, se llevó a cabo un encuentro entre los gabinetes regionales y el Ministro del Poder Popular para la Cultura, Freddy Ñáñez, en el Instituto de Patrimonio Cultural, en Caracas. Como siempre, después de 16 años de gobierno es que entendieron de "mala manera" la relación importante entre Economía y Cultura.
El Ministro planteó la convocatoria "independientemente de su postura política, a favor de la economía cultural". ¡Perfecto! Pero ¿de cuál economía cultural nos habla?. El nuevo ministro tendrá los datos serios y procesados que la inversión pública en el sector cultural durante el periodo de Hugo Rafael Chávez Frias de 1999 al 2012 representó el 0,53% del Presupuesto Nacional.
Como he señalado, se considera que un 2,5% del Presupuesto Nacional para el sector cultural y creativo venezolano, a ser ejecutados durante un plazo acumulado de diez años es una inversión básica anual que debe ser tomada en cuenta si se quiere inducir en el país una dinámica cultural que promueva la innovación y el cambio social; pero la pregunta es ahora cómo adelantar esta hipótesis financiera con un déficit fiscal de -16,3% del PIB.
Por otra parte, indudablemente, es indefectible para la inversión de estos fondos que los gastos burocráticos de los Órganos Desconcentrados y Entes Adscritos del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, que orientan la política cultural del país, no superen el 20% de las asignaciones globales para el desarrollo cultural. Así mismo, ¿de cuál economía cultural nos habla si en la Ley Orgánica de Cultura no aparece por ningún lado el reconocimiento de las Industrias Culturales y Creativas Nacionales? ¿De cuál economía cultural nos habla si no contamos ni siquiera con una Cuenta Satélite de Cultura (CSC)?
El problema de los discursos sin fundamentos -de frases publicitarias- es que generan políticas culturales sin fundamentos. Una visita de consulta a la Maestría en Gestión y Políticas Culturales de la UCV puede ayudarlo a definir ese tema. Será bienvenido.
Soc. Msc. Carlos Enrique Guzmán Cárdenas
Coordinador de la Maestría en Gestión y Políticas Culturales UCV.
Consultor internacional en Industrias Creativas, Contenidos Digitales y Comunicación Empresarial.
LINK DE LA NOTICIA: http://albaciudad.org/…/ministro-freddy-nanez-los-cultores…/
El Ministro planteó la convocatoria "independientemente de su postura política, a favor de la economía cultural". ¡Perfecto! Pero ¿de cuál economía cultural nos habla?. El nuevo ministro tendrá los datos serios y procesados que la inversión pública en el sector cultural durante el periodo de Hugo Rafael Chávez Frias de 1999 al 2012 representó el 0,53% del Presupuesto Nacional.
Como he señalado, se considera que un 2,5% del Presupuesto Nacional para el sector cultural y creativo venezolano, a ser ejecutados durante un plazo acumulado de diez años es una inversión básica anual que debe ser tomada en cuenta si se quiere inducir en el país una dinámica cultural que promueva la innovación y el cambio social; pero la pregunta es ahora cómo adelantar esta hipótesis financiera con un déficit fiscal de -16,3% del PIB.
Por otra parte, indudablemente, es indefectible para la inversión de estos fondos que los gastos burocráticos de los Órganos Desconcentrados y Entes Adscritos del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, que orientan la política cultural del país, no superen el 20% de las asignaciones globales para el desarrollo cultural. Así mismo, ¿de cuál economía cultural nos habla si en la Ley Orgánica de Cultura no aparece por ningún lado el reconocimiento de las Industrias Culturales y Creativas Nacionales? ¿De cuál economía cultural nos habla si no contamos ni siquiera con una Cuenta Satélite de Cultura (CSC)?
El problema de los discursos sin fundamentos -de frases publicitarias- es que generan políticas culturales sin fundamentos. Una visita de consulta a la Maestría en Gestión y Políticas Culturales de la UCV puede ayudarlo a definir ese tema. Será bienvenido.
Soc. Msc. Carlos Enrique Guzmán Cárdenas
Coordinador de la Maestría en Gestión y Políticas Culturales UCV.
Consultor internacional en Industrias Creativas, Contenidos Digitales y Comunicación Empresarial.
LINK DE LA NOTICIA: http://albaciudad.org/…/ministro-freddy-nanez-los-cultores…/
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