La respuesta obviamente no es sencilla, pero trataré de plantear dos ideas al respecto.
El modus vivendi
¿Quién eres cuándo no estás peleando por sobrevivir? ¿quién eres cuando la furia cede? Cuando te pasas la vida luchando por conseguir lo necesario para la subsistencia se hace cuesta arriba poner a producir tu ocio, tus gustos, capacidades e intereses. Te conviertes en una especie de tú en "modo supervivencia", una manera zombi de ser tú que no recoge todo lo que eres, pues algo se va quedando en el camino: tu libertad.
Se genera sí, una cultura "por defecto", un modo de ser resultado de las condiciones que se imponen. Podrás caminar por las calles, comer, etc. pero en estado de putrefacción y con un apetito insaciable por la carne humana. La cuestión fundamental es que tú eres producto de tu entorno, chévere si puedes decidirlo, no tanto si no puedes incidir en él. En términos sociales parece difícil reconocernos en esos modos de ser que son producto de la libertad, sencillamente porque no podemos vivir desde allí, al menos no completamente. Algo de lo que somos ya no es. ¿Qué nos divierte? ¿qué lugares frecuentamos? ¿qué cosas preferimos y cuáles rechazamos? ¿qué música podemos hacer? ¿cuáles son nuestros hábitos de consumo cuando no estamos bajo presiones externas como la inseguridad, el hambre, el desempleo, las colas, la carestía, etc? Nuestros hábitos nos definen, pero por ahora los hemos modificado dramáticamente por causa de la crisis. Los hashtags de nuestra cultura contemporánea: Chávez, petroleo, mises, arepa y beisbol han cambiado bien en su cualiad, bien en su intensidad.
El nuevo mercado
Pero por otro lado, la crisis ha generado un gran éxodo humano que tiene como consecuencia lógica la demanda de productos culturales venezolanos en países donde tal demanda no existía, logrando así la internacionalización de distintas expresiones artísticas y un proceso de intercambio, reconfiguración y visibilización. Aparece la sucursal del mercado cultural venezolano en el extranjero. La cultura encuentra nuevos espacios para desarrollarse, nuevas formas de expresión. Es una etapa que apenas comienza y que no sabemos que derroteros tomará, ya sea por un virtual regreso de muchos a sus sitios de origen -mermando su capacidad de incidir sobre la oferta- o por el tipo de relación que éstos tengan con los productos culturales hechos en tierra venezolana. Recordemos que quien se va, se lleva una fotografía del momento cultural de su país y puede que la conserve como los rasgos más característicos de la misma sin permitirse cambios en el tiempo, pero también puede actualizar ese registro a través del uso de nuevas tecnologías.
Aún es muy temprano para decir que hemos construido una identidad como migrantes y más para anticipar cómo variará ésta según las distintas latitudes, pero sí podemos afirmar, que con la crisis no somos los mismos, hemos cambiado por dentro. Ojalá no perdamos la memoria de lo que hemos sido y aprendamos de esta dura crisis a reconocernos como productos de nuestra propia libertad.
martes, 14 de junio de 2016
9:49:00
MR: EDITOR
Alfredo Leal
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