Una vez los músicos del mundo cansados de tanta injusticia, de que no se les tomara en cuenta y no se les respetara su profesión y su arte decidieron declararse en huelga y no volvieron a cantar ni a tocar más sus instrumentos se callaron sus gargantas y sus manos no volvieron a acariciar las cuerdas ni las teclas, algunas personas comentaban preocupados ¿ ...y ahora que hacemos sin música... ? y otros los más indiferentes decían : “ total, pá la falta que hace , al fin y al cabo con eso no se come”. Pero llegó el segundo día de huelga musical y todo estaba muy oscuro, claro ese día no salió el sol mayor y no hubo quien alumbrara el planeta y mucho menos pudo salir el sol menor, que por ser menor de edad , Dios no le dio permiso para andar por esa oscurana con tanta inseguridad ...total nuestro planeta se quedó en la más tétrica penumbra y además había un extraño silencio ...
Las demás notas musicales, algunas andaban trasteando por ahí en los trastes de las guitarras y otras como flotando en el aire sin que nadie las ordenara, huérfanas de amor y para colmo se quedaron sordas, ya no volverían a cantar con la alegría y con la ternura con que ellas solamente podían hacerlo, el Si Mayor por ejemplo se volvió un no y andaba pentagrama arriba y pentagrama abajo rezongando y mal humorado hablando solo y diciendo “ahora no canto más y punto”. Esa nota que llaman La Mayor, si esa misma que sirve de referencia a los músicos para afinar sus instrumentos, por ser la mayor de todas andaba que se moría de la vergüenza, imagínense ustedes, ella que se la daba de ser la más afinada de todas, ahora sorda como una campana de barro pues bien, ella se encerró en un viejo piano comido por el comején y juró no volver a salir nunca más porque no iba a permitir que se rieran de ella, yo por ejemplo no lo haría, sería incapás de reírme de esa señora porque además a mi me enseñaron a respetar a las personas mayores y más aun cuando son sordas. Y así todas las notas del pentagrama andaban muy tristes y desorientadas, imagínense ustedes que el Fa Sostenido se arrastraba por el suelo, claro como no tenía quien lo sostuviera ... las corcheas, y no tanto las corcheas, esas que llaman las semicorcheas que siempre andan por ese pentagrama echando carreras y bochinchando se quedaron paralizadas de la impresión y andaban bostezando y cuajando pereza, y unas a las otras se decían : “ Bueno mijas, si no hay músicos tampoco hay música de aquí no nos mueve nadie ..!” y en efecto así fue el mundo se quedó prácticamente si movimiento, el caos de la naturaleza fue total , los pájaros en un gesto solidario no volvieron a cantar y no solamente los pájaros, todas las criaturas de la creación que hacían música se callaron para siempre , los sapos , las ranitas y los grillos nocturnos no volvieron a dar sus hermosos conciertos porque cómo ellos le cantaban a la luna y esa señora cuando supo lo de la huelga de los músicos y lo del caos del planeta, se negó a salir, y hasta razón tenía si ya no estaban los poetas que le cantaran coplas bonitas como por ej.:
“Que hermosa que está la luna redonda cómo una arepasSi se llegara a caer que golpe para mi testa”
Y es que los poetas y los músicos son casi lo mismo, ellos son locos y se entienden, yo he visto por ahí algunos músicos hablando solos, pero no es que hablan solos, no señor lo que pasa es que los músicos tienen un poeta por dentro y algunos poetas son más hablachentos como unos locos pues ...! por eso será que dicen por ahí “ De músico poeta y loco todos tenemos un poco”.pero volviendo al cuento, con lo de la huelga de los músicos, los instrumentos se vieron seriamente afectados, por lo menos el violín como no tenía quien le rascara su barriguita se puso flaquito, los instrumentos de viento no volvieron a sonar nunca más, ¡claro ! ...si el viento no volvió a cantar sobre las copas de los árboles cómo puede sonar por ejemplo una flauta dulce si no tiene viento y además era tan dulce pero tan dulce que se la comieron las hormigas, al pobre San Antonio, ya nadie le volvió a cantar los Sones de Negros, esos que últimamente llaman tamunangue, por cierto que, el que le puso ese nombre debe ser que le tiene rabia a los negros.
Bueno cómo les vengo diciendo los instrumentos de los Sones de Negros se quedaron en algún rincón y los usan,... ¿ustedes saben para que los usan...? los tienen cómo escaparate para guardar los recuerdos y las nostalgias y van a tener que ponerles bastante neptalina porque a los recuerdos también se los carcome el tiempo... los tambores están por allá tirados en el solar de una casa, ayer pasé y vi a una gallina que hizo un nido en uno de ellos, para nada porque las gallina también se declararon en huelga y cómo no podían cacaraquear tampoco volvieron a poner. Mientras tanto la huelga seguía su curso, apenas habían transcurrido tres días y ya la oscuridad y el silencio eran insoportable, sobre todo el silencio, nadie se imaginó que el silencio absoluto efectara tanto la tranquilidad de los seres humano, era imposible conciliar el sueño y cómo no podían dormir todos los habitantes del planeta aplicaron el viejo e infalible método de contar obejas, en menos de tres días contaron todas las obejas que poblaban el planeta y no dejaron nada que contar, y cómo ya no tenían nada que contar ,optaron por ponerse a cantar, pero las palabras les salían sin música, era cómo si todos hablaran a la vez, caos total en el planta, fue entonces cuando todos los gobernantes del mundo decidieron tomar cartas en el asunto, y se reunieron urgentemente en una ciudad que llaman”La Capital Musical”, discutieron por más de diez días pero no lograron ponerse de acuerdo, decidieron entonces tomar un refrigerio y se recostaron a descansar para luego seguir con la discutidera, cuando estaban descansando alguien dijo “Pero bueno pongan una musiquita”, y gritaron los demás “Que musiquita vale, tu no sabes que los músicos están en huelga” “Oye si es verdad hay que ver que la música si hace falta es cómo una necesidad”. En ese momento se les prendió el bombillo a todos. “ Ah ya sabemos lo que vamos a hacer, haremos un decreto que diga lo siguiente: “ Los pueblos no pueden vivir sin música porque la música es una necesidad para los hombres”, “ Hay que llamar a todos los músicos del mundo para que lo sepan y además les vamos a dar todo lo que pidan para que sigan cantando y tocando” , pero cómo éste es un cuento, y los políticos muy pocas veces cumplen lo que ofrecen y se además que los músicos se conforman con un gran aplauso, vamos pues a brindarles un gran aplauso a LOS MÚSICOS DEL MUNDO...
Adelis Fréitez
Carota, ñema y tajá
lunes, 22 de noviembre de 2010
7:53:00
martes, 16 de noviembre de 2010
14:28:00
Un tema son dos temas... Lea y escuche (Reflexiones sobre nuestro folclor)
Alfredo Leal
cultura larense, cultura prima, folclor, Golpe larense, golpe tocuyano, Un tema son dos temas
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Primero que nada debo disculparme por la petición que de entrada le hago para leer este comentario, a saber; léalo con calma y escuche las canciones que allí están contenidas. Si no lo hace, no pasará nada, pero precisamente ese será el problema: no pasará nada. así que tómese su tiempo y disfrútelo...
La popular agrupación argentina Les Luthiers hizo un montaje musical humorístico (añoralgias) en el cual hacía mofa de un antropólogo-etnomusicólogo ficticio llamado 'Sven Kundsen' (o 'el payo Kundsen', en chiste local). La mofa consiste básicamente en que este estudioso se adentró a los lugares más lejanos de la Argentina para estudiar las formas más puras del folclor de aquella tierra. En sus andanzas se topó con una viejita de 108 años que estaba cantando una zamba. Al terminar de cantar la misma, el antropólogo-etnomusicólogo le preguntó a la señora si la había aprendido de sus abuelos, a lo que la viejita contestó: Esta zamba la aprendí de un CD que me mandaron de Buenos Aires.
Pues bueno, las 'formas puras del folclor' no suelen ser tal cosa cuando se les mira un poco más de cerca y los discos nos muestran crudamente esta realidad. Revisando aquí y allá, y gracias a Aura Cecilia Colmenares me topé con algunas muestras de estas cosas que pasan en nuestro folclor. Aquello que creemos estático resulta que está en constante movimiento. No daré más rodeos y les mostraré directamente el ejemplo.
El tema Sapo cancionero es un tema que ha sido grabado por 'el carota' en uno de sus discos, si la memoria no me falla, llamado 'sembrando un canto' de hace ya unos años atrás. Siempre hemos escuchado ese tema como 'nuestro', como larense, pues lo hizo el 'carota, ñema y tajá', pero la verdad es que no es así en sentido estricto. Si nos adentramos un poco más constataremos que es un tema popular perteneciente al folclor argentino, el Sapo cancionero, resultó ser, no guaro, sino de la albiceleste. Gracias al 'carota', podemos cantarlo AHORA con tanto gusto y a nuestro estilo, pero solo ahora...
El tema Santo nombre es un tema clásico de Los Golperos del Tocuyo, grabado en el disco "El Arrimao". Tocuyano que se precie le ha dado serenata a su mamá con este tema. Como bien me comentó en alguna oportunidad uno de Los Goperos del Tocuyo, les ha ido bien con los 'golpes-pasajitos'. Pues bien, este 'golpe-pasajito' llamado 'Santo nombre' no es otro que el pasaje del sucrense Julio Miranda: Santo nombre. Comentario aparte merece el que este golpe-pasaje es ya un hecho en el folclor larense, existe; piense por ejemplo en golpes como 'Serenata larense' o 'el cardenal'.
Ojo, no quiero descubrir el agua tibia; es ya muy conocido el caso de la bikina, famosa canción mexicana compuesta por Ruben Fuentes en 1964, pero que Gualberto hizo suya y luego nuestra, nuestra bikina. Peor aún, trate usted de convencer a un mexicano o a un colombiano de que el Alma Llanera es Venezolana.
El folclor tiene sus propios caminos, afortunadamente los discos nos van dando un registro privilegiado de los cambios que se van suscitando.
lunes, 15 de noviembre de 2010
13:30:00
Actividades de la Fundación Casa de Bello en la FILVEN 2010
Martes 16/11/10
Taller introductivo a la Narrativa por Julián Márquez
Sala Josefa Camejo (Este taller tendrá una duración de cuatro días)
Hora: 10:00 am
Taller “introducción a la formación de facilitadores de creación literaria” por Raquel Ardito y Victoria Ardito
Sala Bicentenario (Este taller tendrá una duración de tres días)
Hora: 10:00 am
Miércoles 17/11/10
Presentación de los nuevos títulos de oralidad
La primera calle de las Brisas de Propatria, Calle El Carmen del Grupo Toromaima; Víctor Roger.
Su vida contada por él, de Alberto Rafael Alvarado. Historia del barrio y de la calle, de Alejandra Quintero.
Historial de Polvorín y la Cuarta calle, de Livia Montes. Memorias de El Valle, de Irma Godoy. Entre abrojos
y olvido por Laura Herrera. Presentador: Antonio Trujillo
Sala Bicentenario
Hora: 3:00 pm
Presentación de libros Premio Salvador Garmendia
Hay algo que no he dicho de Luis Briceño (2008) y La forma de amor y otros relatos de Rubi Guerra (2009)
Presentador: Luis Alberto Crespo
Salón del Cómic
Hora: 4:00 pm
Jueves 18/11/10
Jugando con la poesía por Ángela Mendoza
Pabellón infantil
Hora: 3:00 pm
Viernes 19/11/10
Taller “Poeta del pueblo: Miguel Hernández a 100 años de su nacimiento. Estudio de la obra del
poeta y su vigencia hoy”. Facilitador. Rei Berroa (Rep. Dominicana) (Este taller constará de tres sesiones)
Sala Simón Rodríguez
Hora: 10:00 am
Recital y Presentación de libros artesanales por el Grupo Voces de Carora y la Editorial Caroreña Viveros.
Poetas: Alexandra Coronel, Enyer Rivero, Jesús Rivero, Martín Rodríguez, Abelardo Domínguez, Samuel Mijano,
Neili Zambrano, Dannelis Gaona, Bárbara Rodríguez, Moisés Coronel, Ámbar Campos y Mariangel Sánchez.
Tarima Central
Hora: 4:00 pm
Sábado 20/11/10
Taller “Poeta del pueblo: Miguel Hernández a 100 años de su nacimiento.
Estudio de la obra del poeta y su vigencia hoy”. Facilitador. Rei Berroa (Rep. Dominicana)
Sala Bicentenario
Hora: 10:00 am
Presentación del libro Yo también soy poeta
Presentador: Luis Alberto Crespo
Salón del Alba
Hora: 12:00 m
Presentación de nuevos títulos de la Fundación Casa Nacional de las Letras Andrés Bello: Entrevista con Andrés Bello de José de Jesús Cordero; Serie Poder Popular de Casa de Bello y Alcaldía del municipio de Torres edo. Lara.Presentador: Luis Alberto Crespo
Sala Simón Bolívar
Hora: 2:00 pm
Recital de poesía
Rei Berroa (Rep. Dominicana), Pedro Borges (Venezuela),
Ingrid Chicote (Venezuela), Iván Cruz Osorio (México)
Tarima central
Hora: 4:00 pm
Domingo 21/11/10
Taller “Poeta del pueblo: Miguel Hernández a 100 años de su nacimiento.
Estudio de la obra del poeta y su vigencia hoy”. Facilitador. Rei Berroa (Rep. Dominicana)
Sala Simón Rodríguez
Hora: 10:00 am
Conversatorio: Poesía, ambiente y desarrollo sustentable. ¿Para qué nos sirven las cosas?
Ponente: Pedro Borges
Sala Simón Rodríguez
Hora: 12:00 m
Charla “Los cronistas comunales en el Bicentenario de nuestra nación”. Ponente: Antonio Trujillo
Sala Simón Bolívar
Hora: 1:00 pm
Recital de jóvenes poetas: Francisco Sierra (Miranda), Yohan Moreno (Táchira), Wendy Pacheco (Táchira), Jessica Bello (Trujillo), Natasha Martínez (Miranda), Jessica Rodríguez (Miranda), Claribel Acuña (Miranda), Felipe Canchica (Miranda), Amaya Sánchez (Miranda), Alexandra Coronel (Lara), Bárbara Rodríguez (Lara) y Miguel Coronel (Lara)
Tarima Central
Hora: 1:00 pm
Conferencia “Los sueños de Bello. Un proyecto de libertad” Ponente: Mercedes Franco
Presentador: Luis Alberto Crespo
Salón del Alba
Hora: 2:00 pm
Taller introductivo a la Narrativa por Julián Márquez
Sala Josefa Camejo (Este taller tendrá una duración de cuatro días)
Hora: 10:00 am
Taller “introducción a la formación de facilitadores de creación literaria” por Raquel Ardito y Victoria Ardito
Sala Bicentenario (Este taller tendrá una duración de tres días)
Hora: 10:00 am
Miércoles 17/11/10
Presentación de los nuevos títulos de oralidad
La primera calle de las Brisas de Propatria, Calle El Carmen del Grupo Toromaima; Víctor Roger.
Su vida contada por él, de Alberto Rafael Alvarado. Historia del barrio y de la calle, de Alejandra Quintero.
Historial de Polvorín y la Cuarta calle, de Livia Montes. Memorias de El Valle, de Irma Godoy. Entre abrojos
y olvido por Laura Herrera. Presentador: Antonio Trujillo
Sala Bicentenario
Hora: 3:00 pm
Presentación de libros Premio Salvador Garmendia
Hay algo que no he dicho de Luis Briceño (2008) y La forma de amor y otros relatos de Rubi Guerra (2009)
Presentador: Luis Alberto Crespo
Salón del Cómic
Hora: 4:00 pm
Jueves 18/11/10
Jugando con la poesía por Ángela Mendoza
Pabellón infantil
Hora: 3:00 pm
Viernes 19/11/10
Taller “Poeta del pueblo: Miguel Hernández a 100 años de su nacimiento. Estudio de la obra del
poeta y su vigencia hoy”. Facilitador. Rei Berroa (Rep. Dominicana) (Este taller constará de tres sesiones)
Sala Simón Rodríguez
Hora: 10:00 am
Recital y Presentación de libros artesanales por el Grupo Voces de Carora y la Editorial Caroreña Viveros.
Poetas: Alexandra Coronel, Enyer Rivero, Jesús Rivero, Martín Rodríguez, Abelardo Domínguez, Samuel Mijano,
Neili Zambrano, Dannelis Gaona, Bárbara Rodríguez, Moisés Coronel, Ámbar Campos y Mariangel Sánchez.
Tarima Central
Hora: 4:00 pm
Sábado 20/11/10
Taller “Poeta del pueblo: Miguel Hernández a 100 años de su nacimiento.
Estudio de la obra del poeta y su vigencia hoy”. Facilitador. Rei Berroa (Rep. Dominicana)
Sala Bicentenario
Hora: 10:00 am
Presentación del libro Yo también soy poeta
Presentador: Luis Alberto Crespo
Salón del Alba
Hora: 12:00 m
Presentación de nuevos títulos de la Fundación Casa Nacional de las Letras Andrés Bello: Entrevista con Andrés Bello de José de Jesús Cordero; Serie Poder Popular de Casa de Bello y Alcaldía del municipio de Torres edo. Lara.Presentador: Luis Alberto Crespo
Sala Simón Bolívar
Hora: 2:00 pm
Recital de poesía
Rei Berroa (Rep. Dominicana), Pedro Borges (Venezuela),
Ingrid Chicote (Venezuela), Iván Cruz Osorio (México)
Tarima central
Hora: 4:00 pm
Domingo 21/11/10
Taller “Poeta del pueblo: Miguel Hernández a 100 años de su nacimiento.
Estudio de la obra del poeta y su vigencia hoy”. Facilitador. Rei Berroa (Rep. Dominicana)
Sala Simón Rodríguez
Hora: 10:00 am
Conversatorio: Poesía, ambiente y desarrollo sustentable. ¿Para qué nos sirven las cosas?
Ponente: Pedro Borges
Sala Simón Rodríguez
Hora: 12:00 m
Charla “Los cronistas comunales en el Bicentenario de nuestra nación”. Ponente: Antonio Trujillo
Sala Simón Bolívar
Hora: 1:00 pm
Recital de jóvenes poetas: Francisco Sierra (Miranda), Yohan Moreno (Táchira), Wendy Pacheco (Táchira), Jessica Bello (Trujillo), Natasha Martínez (Miranda), Jessica Rodríguez (Miranda), Claribel Acuña (Miranda), Felipe Canchica (Miranda), Amaya Sánchez (Miranda), Alexandra Coronel (Lara), Bárbara Rodríguez (Lara) y Miguel Coronel (Lara)
Tarima Central
Hora: 1:00 pm
Conferencia “Los sueños de Bello. Un proyecto de libertad” Ponente: Mercedes Franco
Presentador: Luis Alberto Crespo
Salón del Alba
Hora: 2:00 pm
13:26:00
Con el alma llena de alegría II. 40 Aniversario del Colegio Andrés Bello
Alfredo Leal
40 aniversario colegio andrés bello, dimensión latina, nelson arrieta, santoral
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El Colegio Andrés Bello, pilar fundamental en la educación de niños y adolescentes de nuestra ciudad, es un espacio que ha servido para el desarrollo constante y sostenido, no sólo del perfil académico de sus estudiantes, sino también para el despertar hacia las artes, específicamente con actividades tan reconocidas como el Festival de la Voz bellista y el Festival de Teatro.
En noviembre de 2010 el Colegio cumple sus 40 años de fundado, y las celebraciones que ya iniciaron, tendrán su punto más alto con un par de actividades que se desarrollarán en el mes de noviembre. El 26 de noviembre en el Teatro Juares, concierto con Santoral y Nelson Arrieta, teniendo como invitados a los alumnos ganadores del Festival de Voz Bellista y ex alumnos que además de haber participado en el mismo, realizaron carrera musical.
Para el día 27 de noviembre, se hará una fiesta de gala en el Hotel Trinitarias Suites junto a la orquesta Dimensión Latina, teniendo como invitados por Barquisimeto a la agrupación bailable Pachanga Way.
Las entradas a un costo de 90 Bs. Galería y 160 Bs. Patio para el Concierto en el Teatro Juares y en 220 Bs. para la fiesta de gala en el Trinitarias Suites, están a la venta en Librería El Clip C.C. Los Leones, Optica Laser del Babylon y Colegio Andrés Bello.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
jueves, 4 de noviembre de 2010
11:40:00
Las palabras, las artes y la cultura
Alfredo Leal
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Hace unas semanas atrás me resultó llamativo encontrar en un articulo de periódico de 1917 que las respetuosas familias caraqueñas se sentían 'incómodas' por el uso vulgar del lenguaje entre los jóvenes. Se referían entre otras cosas a la palabra 'chévere' como una palabra poco feliz que denotaba la pérdida del buen hablar. No sospechaban aquellas familias el alcance que tendría esa 'nueva' palabra.
Afortunadamente el lenguaje es de los pocos sistemas de actualización continua y automática. No hay que hacer nada para que se actualice y refleje de manera más fehaciente la cultura de la cual procede. Por supuesto, que la velocidad con la que cambia el lenguaje nos causa temor en alguna medida, pues los asideros móviles nunca son asideros en sentido estricto y eso de no saber a qué hacen referencia ciertas palabras es desconcertante.
En lo particular, celebro que hayan entrado en desuso (o que estén entrando en desuso) palabras como 'actos o actividades culturales' para denotar, o un concierto de alguna agrupación musical; alguna puesta en escena de una compañía de danza; una obra de teatro o alguna manifestación tradicional venezolana o latinoamericana. Y digo celebro porque el hecho de que ya no se use ese término refleja una actualización del lenguaje por causa de un cambio en la forma de relacionarnos con las artes y la cultura, en este caso.
En la actualidad tenemos una mayor conciencia de que a cada cosa hay que llamarle por su nombre. Si hay una muestra de alguna manifestación tradicional venezolana, pues habrá que llamarla como tal. Si es teatro, pues teatro, si es concierto, concierto y así sucesivamente. El tema no es superfluo; nombrar una realidad es en buena medida otorgarle su propia existencia, reconocer que ocupa un lugar y un espacio en el mundo, que interactua de una forma determinada con el resto de las cosas que le circundan. Una silla no es un sillón, un bolígrafo no es un lápiz, un closet no es un escaparate y así. Cada nombre determina lo que cada cosa es.
Que estemos dejando atrás la categoría de 'acto cultural' para referirnos a una gama amplísima de expresiones artísticas y culturales quiere denotar que ya el contenido de esa categoría comienza a tener forma y medida para las personas que están vinculadas a esta realidad. Es decir, que la percepción que de las artes y la cultura se tiene va haciéndose cada vez más precisa. Es entonces cuando comienzan a aparecer las compañías de danza y teatro, las bandas, los conjuntos; es cuando comienzan a aparecer nombres y apellidos, personas concretas que representan y reflejan nuestra forma de vida. Si cada vez que Simón Díaz se montara en un escenario, se le presentara como parte de un 'acto o actividad cultural' sin más, apenas pudiésemos hoy, después de tantos años, reconocer su nombre; menos aún su importancia para la cultura venezolana.
Esperemos nos correr con la suerte de las familias caraqueñas de principios del siglo pasado y podamos nosotros reconocer -o a lo menos sospechar- que a través del lenguaje podemos acceder a un mundo que está en constante cambio.
lunes, 1 de noviembre de 2010
15:45:00
Un aprendizaje en cuatro anécdotas. Mi experiencia del tamunangue
Alfredo Leal
alfredo leal, cultura larense, cultura prima, mis recuerdos del tamunangue, sociedad tamunanguera de caracas
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I
Son las diez de la mañana, el sol barquisimetano ya calienta lo suficiente como para buscar el resguardo necesario. Entro a una tienda y disfruto de las bondades de estar bajo la sombra; me percato que estoy en la bien conocida tienda de instrumentos musicales ‘Pablo Canela’. Ya que el viaje no me costó trabajo aprovecho para comprar artículos de primera necesidad: un set de cuerdas para mi cuatro - que ya las pide a gritos- y una ‘uña’ que de no ser comprada podría costarme la mirada culposa de un padre no atendido. Doy una mirada al local y espero a que alguien me atienda, mientras espero reconozco que no soy el único en el lugar. Hay un señor, de contextura delgada, pequeño al cual le saludo gentilmente con la esperanza de que una conversación haga la espera más agradable.
Después de un acercamiento inicial me comenta con orgullo: Soy un golpero. Qué alegría, pienso para mis adentros; Y como no podía imaginar otra pregunta diferente a la que manda el catecismo, apunté y disparé lo que creía era mi mejor disparo: de ¿Curarigua? ¿El tocuyo? ¿Quizá de Barquisimeto? Ya tenía en mi mente una pequeña, pero interesante lista de golperos conocidos para hacer los comentarios de rigor, pero antes de que pudiera enunciar alguno escuché una respuesta que me dejó en el sitio: -de San Felipe. ¿De dónde? -Pregunté de nuevo como si no hubiese escuchado bien-, pero en realidad trataba de encubrir mi falta de palabras. ¿Hay un grupo golpero en San Felipe? -Pregunté de nuevo- pero esta vez sí que no estaba preparado para escuchar las palabras que a continuación vendrían: ¿un grupo, dice usted? No, si somos varios, hasta nos han invitado a algunos a festivales aquí en Barquisimeto y le hemos dado serenata a la Virgen. El próximo mes tendremos el tamunangue en casa de mi compadre, si gusta acérquese. Está invitado.
Mi espasmo sólo fue disimulado por causa de la llegada del vendedor del local que ya se disponía a atender a su clientela.
II
Voy con mi padre rumbo a tierras caracheras. Trujillo es un estado del cual guardo muy gratos recuerdos. Allá nos encontraremos con algunos primos. –Los ‘leales’ son gente muy buena. Me comenta mi papá con la ilusión de quien se encontrará con sus primos no vistos desde hace ya bastante tiempo. Llegamos al pueblo tras un poco más de tres horas en bus. Pero ese no es el final del viaje, pues nuestro destino es un campo llamado ‘El cortijo’ que está arriba en la montaña como quien busca Los Humocaros por los caminos verdes. Al caminar por una de sus calles notamos un cierto ‘jaleo’. Reconozco algunas melodías muy larenses. A la pregunta del porqué del alboroto nos dice una lugareña, vieja amiga de mi padre, que están haciendo un tamunangue. Mi pregunta curiosa no se hizo esperar ¿Andan unos guaros por ahí? -No, mijo, esa familia es de ‘toda la vida’ de aquí… Me sorprendí un poco, pero no demasiado, en algún momento tenía que pasar, pues una cultura que comparte la familia de cuatros y un estilo musical, difícilmente podría estar alejada de una tradición tan vistosa como el tamunangue. Mi padre y yo continuamos nuestro recorrido con aquella imagen en nuestra mente.
III
Ya tenía yo un par de años viviendo en Caracas; andaba por los lados de Montalbán estudiando filosofía. Casi por casualidad llegué al ensamble universitario, su propuesta musical era variopinta, pero centrada en la música latinoamericana. Las amistades y las andanzas musicales –aunque también cierta nostalgia- nos fueron llevando a montar en un ensamble caraqueño que hacía música latinoamericana, el tamunangue. ¡Vaya reto! Más, cuando se suponía que yo era el experto en la materia, pues era oriundo de Barquisimeto. Siempre hay esas falsas creencias de que por ser uno de un determinado lugar ya se es un sabio en la materia fuerte de esa localidad. Pues bien, me armé de valor, de mis recuerdos, de mis viejas grabaciones y por supuesto de unas visitas a viejos amigos para ‘refrescar’ los conocimientos del tamunangue. La verdad sea dicha, ahí fue cuando aprendí la cosa de verdad, porque cuando trataba de recordar las fiestas de familiares y amigos donde había tamunangue, golpes, velorios, etc. me recordaba a mi mismo jugando con mis primitos y tratando de evadir a los adultos para no recibir el merecido castigo por pasarles por el frente. Claro está que siempre debías participar, tocando, bailando, etc. -si no lo hacías eras un bicho raro-, pero muchacho al fin, se prefiere jugar con los primos.
Pues bien, para no hacer el cuento muy largo, aquel ensamble de caraqueños que en otrora hacía boleros, merengues, tangos y valses hacía ahora jurumingas, yiyivamos y galerones. Sin entender mucho la cosa en un principio, pero luego haciendo suyo cada verso y cada significado.
IV
Recibo un mensaje de texto. Es la invitación para el segundo Encuentro de la Sociedad Tamunaguera de Caracas. Es una iniciativa organizativa de algo que ya ocurría en la realidad: más de veinte tamunangues al año en la ciudad capital. La conforman personas de todas partes del país, hay también algunos guaros; en realidad son pocos, pero poco importa, pues en los tamunangues, toda la gente comparte la misma fiesta.
Se constituye una lista de correos electrónicos, un grupo en Facebook y comienzan a circular entre los más de 80 miembros, fotos, canciones y experiencias de tamunangues en la capital. Hay unas fotos más preciadas que otras: las fotos con los cultores en Sanare, o Tocuyo o Curarigua. Y es que en la Sociedad tamunanguera hay gustos y ‘escuelas’ diversas. Fulana baila sanareño, fulano tocuyano, se les escucha decir a algunos y no faltan hombres que hagan burlas sobre quien exageró la ingesta de cocuy en la última fiesta.
Muchos de la Sociedad no conocen la vida rural o las fatigas de la pequeña agricultura, pero cuando bailan la juruminga hacen las veces de la mejor manera. Los altares se decoran con el mayor de los respetos y la fiesta es un verdadero ‘ventetú’. Hay quienes contratan o traen tamunangueros de Lara, otros sencillamente envían un mensaje de texto a sus amigos y conocidos. Siempre hay cuatristas para toda la variedad de cuatros a utilizar. Los tamunangues son un evento que todos esperamos con cariño aunque en la Sociedad ya no existen aquellas grandes figuras de ‘capitanes’; éstas han sido reemplazadas por el de ‘más experiencia’ o sencillamente por el ‘organizador’.
***
De estas y otras experiencias similares voy sacando una cuenta, la cual resumiré en la siguiente frase: Hay que dejar al folclor ser folclor. Cuando nos aferramos a una tradición y la congelamos en el tiempo, cuando la independizamos de la cultura misma comenzamos un proceso de rápida destrucción de la tradición. El folclor es como el agua entre las manos, puedes retenerla un poco, pero solo será un poco; ella seguirá su camino por las rendijas más pequeñas que se le presenten. Nuestras formas tradicionales están cambiando y somos testigos privilegiados de ello. Quizá habría que decir que las formas están cambiando, no por arbitrariedad de las personas que las promueven, sino porque la vida, el entorno, la manera de relacionarse de las personas ha cambiado. Los seres humanos entendemos hoy el mundo, de una manera muy distinta a la de hace cuarenta años y eso modifica nuestra conducta.
Lo peor que le puede pasar a nuestras tradiciones es que dejen de comunicarnos las cosas importantes de la vida y se conviertan en un museo. Independizar el tamunangue de las personas es asesinarlo. Hay visiones que gustan de ver el tamunangue como una fotografía, como una forma tradicional rígida, estricta inmutable, preestablecida. Me gusta pensar cuando voy a Barquisimeto, que quien me recibirá al llegar será mi madre, no una foto de ella. Quedarme con la foto es perderme la experiencia real de ver, sentir, y compartir con mi madre. Lo mismo sucede con el tamunangue. Así que tenemos que decidir si nos quedamos con la ‘fiesta popular’ de encuentro con las personas, el santo, la tradición, la devoción o si nos quedaremos con una fotografía de ello. Las tradiciones cambian. Están cambiando ¿Acaso no lo ves?
Alfredo leal
Son las diez de la mañana, el sol barquisimetano ya calienta lo suficiente como para buscar el resguardo necesario. Entro a una tienda y disfruto de las bondades de estar bajo la sombra; me percato que estoy en la bien conocida tienda de instrumentos musicales ‘Pablo Canela’. Ya que el viaje no me costó trabajo aprovecho para comprar artículos de primera necesidad: un set de cuerdas para mi cuatro - que ya las pide a gritos- y una ‘uña’ que de no ser comprada podría costarme la mirada culposa de un padre no atendido. Doy una mirada al local y espero a que alguien me atienda, mientras espero reconozco que no soy el único en el lugar. Hay un señor, de contextura delgada, pequeño al cual le saludo gentilmente con la esperanza de que una conversación haga la espera más agradable.
Después de un acercamiento inicial me comenta con orgullo: Soy un golpero. Qué alegría, pienso para mis adentros; Y como no podía imaginar otra pregunta diferente a la que manda el catecismo, apunté y disparé lo que creía era mi mejor disparo: de ¿Curarigua? ¿El tocuyo? ¿Quizá de Barquisimeto? Ya tenía en mi mente una pequeña, pero interesante lista de golperos conocidos para hacer los comentarios de rigor, pero antes de que pudiera enunciar alguno escuché una respuesta que me dejó en el sitio: -de San Felipe. ¿De dónde? -Pregunté de nuevo como si no hubiese escuchado bien-, pero en realidad trataba de encubrir mi falta de palabras. ¿Hay un grupo golpero en San Felipe? -Pregunté de nuevo- pero esta vez sí que no estaba preparado para escuchar las palabras que a continuación vendrían: ¿un grupo, dice usted? No, si somos varios, hasta nos han invitado a algunos a festivales aquí en Barquisimeto y le hemos dado serenata a la Virgen. El próximo mes tendremos el tamunangue en casa de mi compadre, si gusta acérquese. Está invitado.
Mi espasmo sólo fue disimulado por causa de la llegada del vendedor del local que ya se disponía a atender a su clientela.
II
Voy con mi padre rumbo a tierras caracheras. Trujillo es un estado del cual guardo muy gratos recuerdos. Allá nos encontraremos con algunos primos. –Los ‘leales’ son gente muy buena. Me comenta mi papá con la ilusión de quien se encontrará con sus primos no vistos desde hace ya bastante tiempo. Llegamos al pueblo tras un poco más de tres horas en bus. Pero ese no es el final del viaje, pues nuestro destino es un campo llamado ‘El cortijo’ que está arriba en la montaña como quien busca Los Humocaros por los caminos verdes. Al caminar por una de sus calles notamos un cierto ‘jaleo’. Reconozco algunas melodías muy larenses. A la pregunta del porqué del alboroto nos dice una lugareña, vieja amiga de mi padre, que están haciendo un tamunangue. Mi pregunta curiosa no se hizo esperar ¿Andan unos guaros por ahí? -No, mijo, esa familia es de ‘toda la vida’ de aquí… Me sorprendí un poco, pero no demasiado, en algún momento tenía que pasar, pues una cultura que comparte la familia de cuatros y un estilo musical, difícilmente podría estar alejada de una tradición tan vistosa como el tamunangue. Mi padre y yo continuamos nuestro recorrido con aquella imagen en nuestra mente.
III
Ya tenía yo un par de años viviendo en Caracas; andaba por los lados de Montalbán estudiando filosofía. Casi por casualidad llegué al ensamble universitario, su propuesta musical era variopinta, pero centrada en la música latinoamericana. Las amistades y las andanzas musicales –aunque también cierta nostalgia- nos fueron llevando a montar en un ensamble caraqueño que hacía música latinoamericana, el tamunangue. ¡Vaya reto! Más, cuando se suponía que yo era el experto en la materia, pues era oriundo de Barquisimeto. Siempre hay esas falsas creencias de que por ser uno de un determinado lugar ya se es un sabio en la materia fuerte de esa localidad. Pues bien, me armé de valor, de mis recuerdos, de mis viejas grabaciones y por supuesto de unas visitas a viejos amigos para ‘refrescar’ los conocimientos del tamunangue. La verdad sea dicha, ahí fue cuando aprendí la cosa de verdad, porque cuando trataba de recordar las fiestas de familiares y amigos donde había tamunangue, golpes, velorios, etc. me recordaba a mi mismo jugando con mis primitos y tratando de evadir a los adultos para no recibir el merecido castigo por pasarles por el frente. Claro está que siempre debías participar, tocando, bailando, etc. -si no lo hacías eras un bicho raro-, pero muchacho al fin, se prefiere jugar con los primos.
Pues bien, para no hacer el cuento muy largo, aquel ensamble de caraqueños que en otrora hacía boleros, merengues, tangos y valses hacía ahora jurumingas, yiyivamos y galerones. Sin entender mucho la cosa en un principio, pero luego haciendo suyo cada verso y cada significado.
IV
Recibo un mensaje de texto. Es la invitación para el segundo Encuentro de la Sociedad Tamunaguera de Caracas. Es una iniciativa organizativa de algo que ya ocurría en la realidad: más de veinte tamunangues al año en la ciudad capital. La conforman personas de todas partes del país, hay también algunos guaros; en realidad son pocos, pero poco importa, pues en los tamunangues, toda la gente comparte la misma fiesta.
Se constituye una lista de correos electrónicos, un grupo en Facebook y comienzan a circular entre los más de 80 miembros, fotos, canciones y experiencias de tamunangues en la capital. Hay unas fotos más preciadas que otras: las fotos con los cultores en Sanare, o Tocuyo o Curarigua. Y es que en la Sociedad tamunanguera hay gustos y ‘escuelas’ diversas. Fulana baila sanareño, fulano tocuyano, se les escucha decir a algunos y no faltan hombres que hagan burlas sobre quien exageró la ingesta de cocuy en la última fiesta.
Muchos de la Sociedad no conocen la vida rural o las fatigas de la pequeña agricultura, pero cuando bailan la juruminga hacen las veces de la mejor manera. Los altares se decoran con el mayor de los respetos y la fiesta es un verdadero ‘ventetú’. Hay quienes contratan o traen tamunangueros de Lara, otros sencillamente envían un mensaje de texto a sus amigos y conocidos. Siempre hay cuatristas para toda la variedad de cuatros a utilizar. Los tamunangues son un evento que todos esperamos con cariño aunque en la Sociedad ya no existen aquellas grandes figuras de ‘capitanes’; éstas han sido reemplazadas por el de ‘más experiencia’ o sencillamente por el ‘organizador’.
***
De estas y otras experiencias similares voy sacando una cuenta, la cual resumiré en la siguiente frase: Hay que dejar al folclor ser folclor. Cuando nos aferramos a una tradición y la congelamos en el tiempo, cuando la independizamos de la cultura misma comenzamos un proceso de rápida destrucción de la tradición. El folclor es como el agua entre las manos, puedes retenerla un poco, pero solo será un poco; ella seguirá su camino por las rendijas más pequeñas que se le presenten. Nuestras formas tradicionales están cambiando y somos testigos privilegiados de ello. Quizá habría que decir que las formas están cambiando, no por arbitrariedad de las personas que las promueven, sino porque la vida, el entorno, la manera de relacionarse de las personas ha cambiado. Los seres humanos entendemos hoy el mundo, de una manera muy distinta a la de hace cuarenta años y eso modifica nuestra conducta.
Lo peor que le puede pasar a nuestras tradiciones es que dejen de comunicarnos las cosas importantes de la vida y se conviertan en un museo. Independizar el tamunangue de las personas es asesinarlo. Hay visiones que gustan de ver el tamunangue como una fotografía, como una forma tradicional rígida, estricta inmutable, preestablecida. Me gusta pensar cuando voy a Barquisimeto, que quien me recibirá al llegar será mi madre, no una foto de ella. Quedarme con la foto es perderme la experiencia real de ver, sentir, y compartir con mi madre. Lo mismo sucede con el tamunangue. Así que tenemos que decidir si nos quedamos con la ‘fiesta popular’ de encuentro con las personas, el santo, la tradición, la devoción o si nos quedaremos con una fotografía de ello. Las tradiciones cambian. Están cambiando ¿Acaso no lo ves?
Alfredo leal
6:33:00
Adiós maestro, adiós José Manuel
Alfredo Leal
Cantadores de velorio, cultura larense, José Manuel Torrealba, maestros de velorio, Velorio de cruz de mayo, velorio de cruz larense
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Me vine de Barquisimeto a principios de la década de los setenta. Muy joven. Inmediatamente me sucedió lo que siempre le pasa a quien desde afuera comienza a recordar su casa y se le disparan las añoranzas. La música fue una de las primeras cosas que añoré con mucha fuerza después, claro, de la compañía familiar: mis padres, mis hermanos, mis tíos, primos y amigos y todos los que habían influido en la formación de mi persona.
Pensar en ellos era pensar en la música y viceversa. Mi música, nuestra música de entonces, me llegó con ellos y a través de ellos. Nuestra música fue una música de disfrute colectivo y comunitario, de intercambio, de cooperación, de alegría compartida, de goce espiritual en común… Mi música la construimos por y para el colectivo y así es muy difícil que se olvide, que se salga de los intersticios más hondos del alma, de la mente, del corazón. Mi música, nuestra música, no sólo es música, también es fe y tradición; es amor compartido y es entrega, por eso, devoción, música y amor familiar son una sola cosa para mí. Mi música es el tamumangue y los cantos devocionales de velorio.
Del tamunangue ya he escrito otras veces, hoy la nostalgia me exige pensar en los cantos de velorio, y más que de los cantos, de los cantadores y más que de los cantadores, de los maestros de canto, mis maestros, y más que de los maestros, de un maestro en particular... Hoy quiero recordar al maestro José Manuel Torrealba.
Mi primer maestro fue mi padre y los amigos de mi padre. Los patios de la casa, el calvario de la comunidad y la casa de san Antonio era el lugar de reunión. Manuel María Alvarado (mi padrino) el maestro rezandero, llevaba la voz de la ofrenda, luego los maestros de cantauría llevaban el canto: “Avemaría purísima…”, así iniciaba el velorio aquel ritual que por mi corta edad no podía apreciar en su verdadero significado, pero que se me iba penetrando por los poros de la piel para toda la vida.
Juan Catarí y sus hijos: Mario y Oscar, El maestro Hipólito (Polo), Pilar Guedez, Caño León, José Isidro, Trino Rivas, Erenio y José Manuel Torrealba, entre otros. Los fui conociendo uno a uno en la medida que me hacía más adulto. Las promesas, los velorios a la cruz, los rosarios… ellos son parte de mi memoria del Barquisimeto de hace varias décadas atrás. Es el Barquisimeto que recuerdo, el Barquisimeto de mis nostalgias...
Adulto ya, me atreví a cantar con algunos, no tanto como hubiera querido, pues marcharme de allí me alejó de los velorios, sin embargo pude comprender en ese compartir, la sabiduría, la sencillez, la seriedad que en cada uno de ellos se encerraba…
Un maestro es depositario de tantos años de rituales, oraciones y cultura heredada, es el administrador de la fe devocional de sus iguales que son quienes le asignan la autoridad que sabe administrar prudentemente. Un maestro es un jefe espiritual, un sacerdote popular, un oficiante de las creencias del barrio.
Así fue hasta hoy el Maestro José Manuel Torrealba, hombre simpático, jovial y profundo en sus convicciones. Ayer salió temprano a cumplir el compromiso de siempre y no pudo llegar. “Lo mandaron a llamar” dirán sus compañeros de canto. “Se fue a `veloriar` a otro lado”, “hoy le tocó a él”…
Llevo varios años conociéndolo, no me lo imaginaba en otro que hacer que no fuera los velorios de santos, ni otro lugar que no sea la esquina principal del corro de cantadores, el privilegiado lugar de los maestros con su cinco. Buenavista se llama el sitio donde nació y creció José Manuel; La Esperanza y El Placer, los nombres de dos haciendas y comunidades cercanas a su comunidad, nombres premonitorios del destino que marcó su vida modesta, pero rica en satisfacciones. La admiración de quienes le conocimos, el aprecio y el respeto de todos quienes compartimos con él sus creencias y disfrutamos su sabiduría. Esa fue su riqueza. Su placer, su Esperanza.
Lo conocí en El Barrio El Garabatal, comunidad pegadita al aeropuerto de Barquisimeto, refugio de los Curarigueños de finales del siglo XIX(al igual que el vecino Titicare, de donde soy) Allí en Garabatal y Titicare llegaron mis padres y tíos cuando apenas eran unos adolescentes. Allí en Garabatal y Titicare ellos sembraron la cultura curarigüeña que hoy sus descendientes cosechamos. Allí conocí a José Manuel junto a José Isidro, Pablo Pérez, Trino Rivas y Guido Castillo. Estos dos últimos los únicos sobrevivientes de ese magnifico grupo de cantadores que conocí entonces. Ellos han sido los responsables por mucho tiempo de mantener la cultura del campesino larense.
José Manuel es un nombre muy conocido en el medio. Es una de las columnas de la religiosidad popular de Barquisimeto y otros lugares de Lara. Es la figura que da prestigio y solemnidad a una celebración. Con el conocí la variedad de tonos que el cantaba: Recitados, Reflejos, Tórtola, Sencillo, Rondiamante y otros más. Con el aprendí también los versos y otros cantos del rosario.
Cuando José Manuel rezaba uno lo veía transportarse a otro estadio, se conectaba realmente con la fe. Así siempre fue. Lo hizo por devoción, porque lo que el hacía no era arte, era cultura; no era teatro, era fe. Con esa convicción lo hizo hasta en aquellos momentos en que los jóvenes cantábamos tímidamente, porque nos daba rubor ser intérpretes de aquellos cantos considerados de anticuados, no cónsonos con la dinámica urbana, no propios de jóvenes pues la moda era la guitarra eléctrica y la batería estridente. Gracias a él y otros tanto de su generación, se mantuvieron los cantos que hoy conocemos.
Poseía una voz llena de ricos matices y un timbre único. Vino varias veces a Caracas, él fue uno de los varios amigos y familiares que me ayudaron a recrear el ambiente musical hogareño que dejé en Lara hace tiempo atrás. Fue el quien trajo, a comienzos de los años noventa el canto del Ave María Larense, acompañado en ese entonces por Mario Catarí y mi hermano Domingo. José Manuel también era tamunanguero y cantador de golpes, pero era el canto de velorio lo que más lo definía. Hoy se marchó.
Tempranito me llegó la noticia y esto me llenó de un sentimiento de nostalgia. También en este año y el anterior me he estado enterando del adiós de otros músicos y paisanos larenses, él sencillamente se une a la lista de esas despedidas que me causan la honda impresión de que, con ellos, se está despidiendo el Barquisimeto de ayer, el Barquisimeto que vivo añorando desde que me vine y está quedando en su lugar otra ciudad habitada gente que hace una historia más reciente. Nos toca a quienes quedamos, decir adiós y asumir nuestro presente, pero el camino esta hecho sólo nos queda transitarlo. Así lo haremos, viejo…. Bendícenos y ora por nosotros donde estés.
Adios, Maestro, adiós José Manuel.
José Esteban Pérez. Caracas, 31/10/2010
Pensar en ellos era pensar en la música y viceversa. Mi música, nuestra música de entonces, me llegó con ellos y a través de ellos. Nuestra música fue una música de disfrute colectivo y comunitario, de intercambio, de cooperación, de alegría compartida, de goce espiritual en común… Mi música la construimos por y para el colectivo y así es muy difícil que se olvide, que se salga de los intersticios más hondos del alma, de la mente, del corazón. Mi música, nuestra música, no sólo es música, también es fe y tradición; es amor compartido y es entrega, por eso, devoción, música y amor familiar son una sola cosa para mí. Mi música es el tamumangue y los cantos devocionales de velorio.
Del tamunangue ya he escrito otras veces, hoy la nostalgia me exige pensar en los cantos de velorio, y más que de los cantos, de los cantadores y más que de los cantadores, de los maestros de canto, mis maestros, y más que de los maestros, de un maestro en particular... Hoy quiero recordar al maestro José Manuel Torrealba.
Mi primer maestro fue mi padre y los amigos de mi padre. Los patios de la casa, el calvario de la comunidad y la casa de san Antonio era el lugar de reunión. Manuel María Alvarado (mi padrino) el maestro rezandero, llevaba la voz de la ofrenda, luego los maestros de cantauría llevaban el canto: “Avemaría purísima…”, así iniciaba el velorio aquel ritual que por mi corta edad no podía apreciar en su verdadero significado, pero que se me iba penetrando por los poros de la piel para toda la vida.
Juan Catarí y sus hijos: Mario y Oscar, El maestro Hipólito (Polo), Pilar Guedez, Caño León, José Isidro, Trino Rivas, Erenio y José Manuel Torrealba, entre otros. Los fui conociendo uno a uno en la medida que me hacía más adulto. Las promesas, los velorios a la cruz, los rosarios… ellos son parte de mi memoria del Barquisimeto de hace varias décadas atrás. Es el Barquisimeto que recuerdo, el Barquisimeto de mis nostalgias...
Adulto ya, me atreví a cantar con algunos, no tanto como hubiera querido, pues marcharme de allí me alejó de los velorios, sin embargo pude comprender en ese compartir, la sabiduría, la sencillez, la seriedad que en cada uno de ellos se encerraba…
Un maestro es depositario de tantos años de rituales, oraciones y cultura heredada, es el administrador de la fe devocional de sus iguales que son quienes le asignan la autoridad que sabe administrar prudentemente. Un maestro es un jefe espiritual, un sacerdote popular, un oficiante de las creencias del barrio.
Así fue hasta hoy el Maestro José Manuel Torrealba, hombre simpático, jovial y profundo en sus convicciones. Ayer salió temprano a cumplir el compromiso de siempre y no pudo llegar. “Lo mandaron a llamar” dirán sus compañeros de canto. “Se fue a `veloriar` a otro lado”, “hoy le tocó a él”…
Llevo varios años conociéndolo, no me lo imaginaba en otro que hacer que no fuera los velorios de santos, ni otro lugar que no sea la esquina principal del corro de cantadores, el privilegiado lugar de los maestros con su cinco. Buenavista se llama el sitio donde nació y creció José Manuel; La Esperanza y El Placer, los nombres de dos haciendas y comunidades cercanas a su comunidad, nombres premonitorios del destino que marcó su vida modesta, pero rica en satisfacciones. La admiración de quienes le conocimos, el aprecio y el respeto de todos quienes compartimos con él sus creencias y disfrutamos su sabiduría. Esa fue su riqueza. Su placer, su Esperanza.
Lo conocí en El Barrio El Garabatal, comunidad pegadita al aeropuerto de Barquisimeto, refugio de los Curarigueños de finales del siglo XIX(al igual que el vecino Titicare, de donde soy) Allí en Garabatal y Titicare llegaron mis padres y tíos cuando apenas eran unos adolescentes. Allí en Garabatal y Titicare ellos sembraron la cultura curarigüeña que hoy sus descendientes cosechamos. Allí conocí a José Manuel junto a José Isidro, Pablo Pérez, Trino Rivas y Guido Castillo. Estos dos últimos los únicos sobrevivientes de ese magnifico grupo de cantadores que conocí entonces. Ellos han sido los responsables por mucho tiempo de mantener la cultura del campesino larense.
José Manuel es un nombre muy conocido en el medio. Es una de las columnas de la religiosidad popular de Barquisimeto y otros lugares de Lara. Es la figura que da prestigio y solemnidad a una celebración. Con el conocí la variedad de tonos que el cantaba: Recitados, Reflejos, Tórtola, Sencillo, Rondiamante y otros más. Con el aprendí también los versos y otros cantos del rosario.
Cuando José Manuel rezaba uno lo veía transportarse a otro estadio, se conectaba realmente con la fe. Así siempre fue. Lo hizo por devoción, porque lo que el hacía no era arte, era cultura; no era teatro, era fe. Con esa convicción lo hizo hasta en aquellos momentos en que los jóvenes cantábamos tímidamente, porque nos daba rubor ser intérpretes de aquellos cantos considerados de anticuados, no cónsonos con la dinámica urbana, no propios de jóvenes pues la moda era la guitarra eléctrica y la batería estridente. Gracias a él y otros tanto de su generación, se mantuvieron los cantos que hoy conocemos.
Poseía una voz llena de ricos matices y un timbre único. Vino varias veces a Caracas, él fue uno de los varios amigos y familiares que me ayudaron a recrear el ambiente musical hogareño que dejé en Lara hace tiempo atrás. Fue el quien trajo, a comienzos de los años noventa el canto del Ave María Larense, acompañado en ese entonces por Mario Catarí y mi hermano Domingo. José Manuel también era tamunanguero y cantador de golpes, pero era el canto de velorio lo que más lo definía. Hoy se marchó.
Tempranito me llegó la noticia y esto me llenó de un sentimiento de nostalgia. También en este año y el anterior me he estado enterando del adiós de otros músicos y paisanos larenses, él sencillamente se une a la lista de esas despedidas que me causan la honda impresión de que, con ellos, se está despidiendo el Barquisimeto de ayer, el Barquisimeto que vivo añorando desde que me vine y está quedando en su lugar otra ciudad habitada gente que hace una historia más reciente. Nos toca a quienes quedamos, decir adiós y asumir nuestro presente, pero el camino esta hecho sólo nos queda transitarlo. Así lo haremos, viejo…. Bendícenos y ora por nosotros donde estés.
Adios, Maestro, adiós José Manuel.
José Esteban Pérez. Caracas, 31/10/2010
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