viernes, 5 de julio de 2013

Las Instituciones culturales bajo la mira

La ciudad de Barquisimeto ha vivido recientemente otro atropello  por parte del Gobierno Nacional, quien sigue resistiéndose al diálogo entre diversos y al trabajo mancomunado para la resolución de los problemas del país.  Aferrados a su lógica de que solo el Estado puede garantizar el desarrollo de todos los aspectos inherentes a la vida en sociedad, procedieron el pasado 28 de Junio a tomar por la fuerza las instalaciones de la Flor de Venezuela, aludiendo que bajo la figura de Patrimonio Cultural de Venezuela, las instalaciones pasaban automáticamente al poder ministerial. Un vulgar desalojo.

La noticia aunque causó mucha desazón, no generó sorpresas, pues bajo un formato bastante similar fue tomado en Febrero de 2012 el Museo de Barquisimeto que funcionaba bajo la rectoría de Gobernación, Alcaldía y Sociedad Civil.  No importó en este caso que fuera la sociedad civil la que levantara un Museo y una gestión cultural de alto nivel, de una estructura en ruinas que solo esperaba por ser demolida.

Igual historia tuvo que vivir la Casa de la Cultura de Tintorero, sede de la Feria Internacional de Artesanía más grande del País que estaba en manos de la gobernación del Estado Lara.  En Agosto de 2012 fue objeto de expropiación y a diferencia de los dos casos anteriores no se dieron explicaciones.

Los motivos que dio el Ejecutivo Nacional para ambas tomas, porque de hecho así se dieron, fue el estado de abandono tanto del Museo como de la Flor de Venezuela, pero si ese era el caso, ¿por qué no se instalaron mesas de trabajo entre las distintas instancias de gobierno para abordar la problemática? ¿Por qué los ministerios de Turismo y Cultura no aprobaron proyectos de mejoras de las instalaciones?  Sencillamente no existe capacidad de diálogo cuando lo que impera es el criterio político y la promesa de castigo para quien consideran un traidor.

Un hecho notorio es que estas expropiaciones de la institucionalidad cultural larense se dieron de manera consecutiva y en años electorales.  En 2012 para las elecciones a gob
ernadores, donde fue reelegido Henri Falcón, otrora militante del chavismo; y ahora cuando la oposición en Iribarren y Palavecino tienen una ventaja que parece insuperable ante las venideras elecciones de Diciembre.

En todo caso, El Museo de Barquisimeto y la Flor de Venezuela operan bajo  una formula administrativa irregular, pues sus “tomas” no están amparadas por la regularidad de los procedimientos de rigor.  En el caso de la Casa de la Cultura de Tintorero, la formula fue otra, pero el resultado similar.  Son instituciones ahora descabezadas que son dirigidas desde Caracas bajo la apariencia de una dirección popular local, que no han respondido a los retos que ciertamente tenían dichas instituciones.

En el caso de la Casa de la Cultura de Tintorero hablamos de creación de centros de formación permanentes, consolidación y ampliación de un centro comercial Artesanal con oferta de servicios gastronómicos y de salud, la creación de fábricas y centros de distribución de materias primas, la consolidación de estándares de calidad y concepto de la producción artesanal y la creación de a una ruta turística. Punto aparte merece el acondicionamiento de la vialidad.  Todas tareas pendientes a más de un año de la expropiación.

En el caso del museo de Barquisimeto los retos son no menos importes: ciertamente un adecuado presupuesto para el mantenimiento óptimo de las instalaciones es fundamental, pero también la adecuación técnica y de gestión para las tareas educativas, de investigación y difusión.

La adecuada profesionalización del personal  para las tareas de investigación y educación  que permita la producción de exposiciones y publicaciones de interés para la sociedad  con elevados estándares de c
alidad, la coordinación de actividades expositivas y el desarrollo de proyectos de investigación sistemáticos son todavía tareas pendientes para la nueva gestión. Quizá el reto más grande que tiene el actual museo de Barquisimeto es sencillamente atraer gente a sus instalaciones.

Los retos en el caso de la Flor de Venezuela son tremendos.  No se refieren al remozamiento del vivero más costoso que la petrochequera venezolana podía pagar, sino a la generación de una identidad propia que supere los fantasmas de Hannover, las reminiscencias de la Venezuela Saudita.  En primer lugar se debe entender que lo que fue pabellón internacional en Alemania cumplió su fin y terminó su ciclo.  Lo que se quiso instalar en Venezuela debía reconceptualizarse, pensando ya no en lo efímero de Hannover, sino en lo permanente de Venezuela.  Hay que evaluar la factibilidad técnica y presupuestaria de la Flor.  No dudo que disponiendo de los recursos se pueda reinstalar como lo estuvo en Alemania, pero tampoco dudo que al cabo de un año los peces volverán a morir por las condiciones climáticas de la ciudad crepuscular y las condiciones específicas de la zona, determinada por su alto nivel de obras en construcción con las implicaciones que esto genera.

En el caso de la Flor no se trata de rearmar el proyecto original sino hacer un debate público de  cómo tropicalizar y hacer permanente una obra que se diseño para seis meses en condiciones presupuestarias absurdas para la realidad actual de nuestro país y que como ya mencioné antes cumplió sus fines en aquella expo de Hannover.

Tenemos pues tres instituciones culturales que tienen unos retos muy específicos, que ameritan una gestión cultural seria, eficiente y contextualizada, definitivamente un tipo de gestión que el Gobierno Nacional no está en capacidad de ofrecer porque está entrampada en su lógica de premios y castigos, su lógica política revolucionaria.

Ahora queda esperar que no se concrete la amenaza que pesa sobre otros íconos de la ciudad como el Parque Zoológico y Botánico Bararida, el Teatro Juares y el Estadio Metropolitano de Lara. No cabe duda que la institucionalidad, y en especial la cultural está indefensa ante los caprichos del Gobierno Nacional y sus verdades acomodaticias.

Alfredo Leal

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