El 2014 comenzó con la impronta de una alineación más o menos estable de fuerzas políticas en los municipios Jiménez, Palavecino e Iribarren del estado Lara. Cada uno de ellos con sus propias visiones y retos, pero con la necesidad compartida de dar respuesta a sus electores a la mayor brevedad posible. La gobernación, en este caso, sería el puente, una especie de hermano mayor que con más de 12 años de experiencia en la gobernanza local se perfilaba como el gran organizador de los proyectos aglutinantes capaces de potenciar las gestiones de los gobiernos locales.
El año transcurrió y algunos proyectos tomaron forma, especialmente los relativos a eventos y conmemoraciones compartidas, otros más relevantes como el Presupuesto Participativo (una estrategia de incorporar por vía directa las necesidades de las comunidades del estado Lara al presupuesto regional y local) contaron con la participación de la gobernación y las alcaldías de Palavecino y Jiménez. Como era de esperarse cada alcaldía debía forjar su propio itinerario de gestión en base a su ideología política, las necesidades de los vecinos, los "compromisos políticos", y un largo etcétera en el que bien puede entrar casi cualquier cosa.
Partiendo de esta alineación política-ideológica más o menos estable cabe preguntarse si es posible delinear un Plan Metropolitano de Cultura que integre el eje Jiménez-Iribarren-Palavecino para: 1.- otorgarle a la gestión pública un carácter ciudadano 2.- potenciar sectores con alto potencial socioproductivo como la artesanía, la luthería y la gastronomía típica 3.- promover la convivencia ciudadana y los valores democráticos y 4.- Privilegiar la ciudad como el espacio para lo público
Ya ha pasado tiempo suficiente y va siendo necesario que los proyectos importantes vayan encontrando cause en las tramas de las relaciones políticas y administrativas de las diferentes instancias de la administración pública. Hace falta una mayor compresión de la vital importancia de la cultura para el impulso de procesos sociales, económicos y políticos. Quizá también falte una adecuación institucional que pueda posibilitar procesos conducentes al plan; pero es necesario plantear el punto de partida. El 2015 se abrirá paso entre negras expectativas: presupuestos deficitarios, inflación, escasez y una capacidad muy limitada para operativizar propuestas, pero es fundamental que comencemos a crear criterios compartidos que apunten a la cualificación de nuestra sociedad desde una perspectiva cultural amplia. Esto es, encontrar modelos innovadores de trabajo que permitan a los gobiernos estar mucho más cerca de los ciudadanos e impactar de mejor manera en su cotidianidad sin tener que recurrir a la dadiva o a la promesa.
Pensar en una gestión gubernamental exitosa para el 2015 pasa por compartir esfuerzos con las fuerzas sociales de la región; un sólido y riguroso criterio financiero y de inversión, y un alto grado de colaboración e intercambio de las distintas instancias de la administración pública. No habrá manera de ejercer una función pública honesta y responsable para el próximo año si no pasa por un esfuerzo amplio y consensuado de trabajo compartido.
Las cartas están echadas, el 2015 nos espera. Ojalá y estemos preparados.
miércoles, 10 de diciembre de 2014
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