Recientemente pude ver el video que ha estado preparando Omar Orozco sobre los tamunangues de la Sociedad Tamunanguera, interesante trabajo audiovisual hecho con el corazón de un tamunanguero de corazón, que parte de una interrogante: “¿Tamunangue en Caracas o de Caracas?”, en el video Omar pregunta si los tamunangues que estamos haciendo en Caracas deben ser considerados como una manifestación ajena, prestada, solamente de Lara o si, por el contrario, debemos entender que el tamunangue ya fue apropiado por los caraqueños, echó raíces, y luce un nuevo perfil regional.
En el video hay imágenes de varios encuentros del año pasado y del presente y algunos de sus participantes aportamos diversas razones sobre la citada pregunta. Este audiovisual de Omar me ha hecho reflexionar mucho. La pregunta no es ingenua, nos invita a hurgar en nuestra mente sobre algo aparentemente lógico, de sentido común, y sin embargo, cuando lo sometemos a revisión se nos hace complejo y confuso, ¿Cuando hablamos de cultura, qué cosas nos pertenecen y qué cosas no?, ¿debemos pedir permiso a los llaneros cada vez que queramos cantar, bailar o hacer una fiesta-joropo?, ¿solamente los larenses tenemos derecho a ser dueños del tamunangue?, ¿qué es ser “dueño” de una manifestación cultural?, ¿Quién tiene derecho a serlo y quién no?, ¿por qué?...¿quién legitima ese derecho?
No sé si en Barquisimeto recientemente han discutido sobre este aspecto, en mis tiempos de niñez los tocuyanos y los curarigüeños rivalizaban cordialmente sobre el tema origen del tamunangue, también sé que independientemente de su origen el tamunangue se fue expandiendo por todo el estado y hoy además de ser curarigüeño y tocuyano, también es sanareño, caroreño, quiboreño, barquisimentano y de otros pueblos de Lara, incluso de Yaritagua población yaracuyana. Y hay quien dice que también en otros estados vecino como Falcón y Portuguesa.
La discusión sobre el origen y autenticidad de las manifestaciones lleva siglos y aún persiste, paralelamente, en el medio de la antropología y la sociología también ha habido planteamientos que cuestionan otros aspectos en el ramo del folklore y la cultura popular, por ejemplo, Graciano lomabardi en 1973 discurría así sobre algunos aspectos del folklore:
“El interés sobre el folklore testimonia una búsqueda, frecuentemente confusa y contradictoria(…) si el folklore constituyese en cada caso la voz de cada categorías posibles de dominados deberíamos encontrar en él también, por ejemplo, la voz de las mujeres, su protesta contra todos los hombres, sus dominadores…”
Ojalá en un futuro podamos discutir también sobre la discriminación de género,¿la hay en el tamunangue?, o sobre el carácter contestatario del tamunangue (¿es contestatario?) y sobre tantas aristas socio culturales que, como usufructuantes de la manifestación tradicional, estamos llamados a hacer.
Por lo pronto hagámonosno todas las preguntas posibles para estimular un necesario ejercicio de reflexión: ¿Qué se necesita para ser dueño de una manifestación?, ¿si los cantantes son larenses y los bailadores son caraqueños, quien es más dueño del tamunangue?, ¿cómo echa raíces una manifestación?, ¿si los tamunangueros larenses enseñan a músicos y bailadores caraqueños a cantar y bailar el tamunangue, estarán cediendo parte de su patrimonio cultural en ese acto?, ¿de dónde es el tamunangue?, ¿donde nació? ¿donde se desarrolló? ¿donde lo adoptaron? ¿de donde son sus bailadores, promeseros o músicos? ¿de donde son los cantantes?
José Esteban Pérez/ abril 2013
martes, 9 de abril de 2013
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